Aventuras mágicas con Pedro, Draco y Melisa
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Colibrí, un niño llamado Pedro. Pedro era un niño muy especial de tres años a quien le encantaban los dragones, los dinosaurios y las abejas.
También adoraba viajar en avión y su color favorito era el naranjo. Una tarde soleada, mientras jugaba en el jardín de su casa, Pedro vio algo brillante entre las flores.
Se acercó con curiosidad y descubrió un pequeño huevo brillante que parecía tener escamas doradas. Al instante supo que no era un huevo común y corriente, ¡era un huevo de dragón! Pedro decidió cuidar el huevo con mucho amor y paciencia.
Lo mantuvo caliente bajo una lámpara y cada día le contaba cuentos sobre aventuras fantásticas con dragones amigables que volaban por los cielos. A medida que pasaban los días, el huevo comenzó a temblar hasta que finalmente se rompió revelando a un adorable dragoncito naranja.
"¡Hola! Soy Draco, tu nuevo amigo!" dijo el pequeño dragón con entusiasmo. Pedro estaba emocionado de tener a Draco como compañero de juegos.
Juntos exploraron el jardín e incluso viajaron en avión por primera vez para visitar la Montaña del Arcoíris donde vivían criaturas mágicas. Un día, mientras jugaban cerca de una cascada cristalina, escucharon un llanto proveniente del bosque cercano. Intrigados, se adentraron en él y encontraron a una abejita atrapada entre unas ramas espinosas.
"¡Ayúdame por favor! No puedo volar", suplicó la abejita. Con valentía, Pedro liberó a la abejita con cuidado y esta le dio las gracias regalándole miel dorada como muestra de gratitud.
A medida que pasaban más tiempo juntos, Draco enseñaba a Pedro sobre la importancia del valor y la amistad verdadera.
Por otro lado, Pedro también aprendió a superar sus miedos: probó nuevos alimentos sin hacer muecas al comer huevos (aunque seguían sin gustarle), se animó a lavarse el pelo sin temor al agua en los ojos e incluso ayudó a cuidar las plantas del jardín junto a sus amigos inseparables: Draco y la abejita Melisa.
Así fue como Pedro descubrió que la verdadera magia reside en enfrentar nuestros miedos y compartir momentos especiales con aquellos que nos rodean. Y aunque su aventura parecía haber llegado a su fin, sabía que siempre habría nuevas sorpresas esperando en cada rincón del mundo fantástico donde vivían.
Y colorín colorado este cuento ha terminado pero la magia continúa...
FIN.