Aventuras mágicas – El bosque encantado



Era un día soleado cuando un grupo de amigos, formado por Tomás, Sofía, Lucas y Valentina, decidió explorar una zona del barrio que nunca habían visto. Con mochilas cargadas de bocadillos y mucha curiosidad, los niños se adentraron en un sendero cubierto de flores silvestres. Al final del camino, se encontraron con un majestuoso bosquecito, lleno de árboles altísimos.

- ¡Miren eso! - exclamó Valentina, señalando un claro iluminado por un rayo de luz que parecía venir de un lugar mágico.

Sin pensarlo dos veces, los chicos cruzaron el claro y, de repente, el cielo comenzó a cambiar de color, y las sombras de los árboles adquirieron formas extrañas. Un brillo suave envolvió el entorno. Cuando la oscuridad cayó, el bosque se transformó. Las hojas susurraban secretos y los animales comenzaron a hablar.

- ¡Bienvenidos, aventureros! - dijo una ardilla que tenía un sombrero de copa y un bigote muy simpático.

- ¡Hola! - respondieron los niños, asombrados. - ¿Qué es este lugar?

- Este es el Bosque Encantado, donde la magia fluye por cada rincón. Aquí aprenderán valiosas lecciones - explicó la ardilla. Su nombre era Don Tito.

Los niños se miraron con expectativa. Al poco tiempo, Don Tito los llevó a conocer otras criaturas del bosque. Primero encontraron a una tortuga anciana llamada Rita.

- ¿Dónde vas tan rápido? - le preguntó Lucas a Rita, quien arrastraba su caparazón con calma.

- A ningún lado, querido niño. A veces, la tranquilidad es más importante que la velocidad. Aprendan a disfrutar de cada momento - respondió la tortuga, sonriendo.

Entendiendo la lección sobre la paciencia, los niños siguieron su camino hasta que llegaron a un río brillante. Allí conocieron a un pez dorado.

- ¡Hola! Soy Dorado. ¿Quieren jugar a saltar sobre las piedras? - propuso el pez.

Ellos aceptaron, pero pronto se dieron cuenta de que no todos podían llegar a las piedras.

- ¡Esto no es justo! - se quejó Sofía.

- Recuerden, la verdadera diversión viene de compartir y ayudar a los demás - dijo Dorado.

Siguiendo el consejo del pez, los chicos se organizaron para que todos pudieran jugar juntos, ayudándose a cruzar el río.

La noche continuó y, en su aventura, conocieron a un lobo sabio llamado Don Lobo.

- ¡No se asusten! - dijo él, con una voz profunda y amistosa. - A menudo, las cosas no son lo que parecen. ¿Alguno de ustedes se ha sentido asustado alguna vez?

- ¡Yo! - gritó Lucas. - Una vez pensé que un ruido en mi habitación era un monstruo.

- Y al final, solo era el viento - completó Valentina, riendo.

- Exacto, querido niño. A veces nuestros miedos son imaginarios. Aprendan a enfrentar lo que les asusta, y descubrirán que no hay nada que temer - les aconsejó.

Los niños aprendieron a ser valientes y a asumir sus dudas, comprendiendo que el miedo a menudo se extingue con la amistad.

Con la luna brillando alto, los amigos sintieron que era tiempo de regresar a casa. Pero antes de irse, Don Tito se les acercó.

- Han aprendido mucho esta noche, pero recuerden: El bosque siempre estará aquí para ustedes. La amistad, el coraje y la amabilidad son el verdadero tesoro que llevan en sus corazones. -

Los niños asintieron, prometiendo volver. Con una sonrisa, caminaban hacia la salida del bosque, sintiéndose más fuertes y unidos que nunca. La aventura mágica no solo había llenado su noche de luz, sino también sus corazones de infinitas lecciones que llevarían consigo para siempre.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!