Aventuras sin rumbo



Carlos y Pedro eran dos amigos muy traviesos que vivían en un barrio tranquilo de Buenos Aires. Un día, decidieron ir al centro a pasear y comprar algunos dulces.

Se pusieron sus zapatillas blancas, se abrocharon los cordones y salieron corriendo hacia la parada del colectivo. Al llegar a la parada, vieron cómo el colectivo que debían tomar se alejaba lentamente por la avenida. Carlos gritó desesperado: "¡Espera, espera!", pero ya era demasiado tarde.

Pedro miró a su amigo con preocupación. Sabía que Carlos se frustraba fácilmente cuando las cosas no salían como él esperaba. Pero esta vez decidió actuar de manera diferente. "Tranquilo, Carlitos", dijo Pedro con calma.

"No te preocupes, encontraremos una solución". Carlos lo miró sorprendido. Nunca antes lo había visto tan sereno en una situación de apuro. "¿Qué vamos a hacer ahora?", preguntó Carlos con angustia.

Pedro sonrió y le respondió: "Vamos a caminar un poco y ver adónde nos lleva el destino". Así comenzaron a caminar por las calles de Buenos Aires, observando los edificios altos y coloridos murales que adornaban las paredes.

Se detuvieron en una plaza donde había niños jugando fútbol y decidieron unirse al partido. Carlos olvidó por un momento su preocupación por perder el colectivo y se divirtió como nunca antes lo había hecho. Pedro también disfrutaba cada momento, animando a su amigo en cada jugada.

Después de un rato, los chicos continuaron su camino sin rumbo fijo. Descubrieron una heladería con sabores exóticos y probaron helados tan deliciosos que se les olvidó por completo el incidente del colectivo perdido.

Mientras caminaban de regreso a casa al caer la tarde, Carlos miró a Pedro con gratitud en sus ojos. "Gracias por enseñarme que siempre hay algo bueno incluso cuando las cosas no salen como planeamos", dijo Carlos sinceramente.

Pedro sonrió y le dio una palmada en el hombro: "Así es, amigo. A veces las mejores aventuras vienen cuando menos lo esperamos". Y así terminó aquel día inolvidable para Carlos y Pedro, demostrando que aunque perdieran el colectivo, ganaron experiencias valiosas juntos.

FIN.

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