Aventuras sobre ruedas



Luis había esperado con ansias la llegada de las vacaciones de verano. Sabía que serían el momento perfecto para aprender a andar en bicicleta, algo que siempre quiso hacer pero nunca se animó.

Con sus ocho años recién cumplidos, estaba decidido a lograrlo esta vez.

Una mañana soleada, Luis se acercó a su papá y le dijo emocionado: "¡Papá, quiero aprender a andar en bicicleta estas vacaciones! ¿Me enseñas?" "¡Claro que sí, hijo! Será divertido", respondió su papá con una sonrisa. Esa misma tarde, sacaron la vieja bicicleta del garaje y la prepararon para empezar las lecciones. Luis se subió temeroso al principio, pero con cada intento iba tomando más confianza.

Su papá lo sostenía por detrás mientras él pedaleaba lentamente. Después de varios días de práctica constante, Luis ya podía mantener el equilibrio por unos segundos antes de caerse. Estaba progresando rápidamente y eso lo motivaba aún más.

Una tarde, mientras practicaban en el parque cerca de casa, Luis vio a un grupo de niños mayores haciendo acrobacias en sus bicicletas. Quedó impresionado y les preguntó cómo lo lograban.

"Es cuestión de práctica y no tener miedo de caerse", le explicaron los chicos mayores. Decidido a intentarlo, Luis pidió a su papá que le quitara las rueditas auxiliares para probar nuevas cosas.

Al principio fue difícil y se cayó varias veces, pero cada caída era un aprendizaje para él. No se daba por vencido. Un día, mientras practicaba solo en una colina suave del parque, Luis sintió el viento en su rostro y la adrenalina recorriendo su cuerpo al bajarla velozmente sobre dos ruedas.

Había logrado mantener el equilibrio todo el tiempo y no podía creer lo bien que se sentía. "¡Lo hice! ¡Lo hice!" gritaba emocionado mientras pedaleaba hacia donde estaba su papá.

Orgulloso de sus avances, su papá lo abrazó con cariño y le dijo: "¡Estoy muy orgulloso de ti! Has demostrado mucha determinación y valentía para aprender algo nuevo". Desde ese día en adelante, Luis siguió practicando con entusiasmo hasta convertirse en un experto ciclista.

Aprendió que con esfuerzo y perseverancia podía alcanzar cualquier meta que se propusiera. Y así disfrutó al máximo sus vacaciones de verano montando en bicicleta junto a sus amigos, viviendo aventuras inolvidables sobre dos ruedas.

FIN.

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