Aventuras y Defensores del Medio Ambiente


Había una vez un grupo de niños llamados Martina, Benjamín, Lucía y Juanito que vivían en un pequeño pueblo rodeado de hermosos bosques.

Un día, su maestra les propuso realizar una excursión por el bosque para aprender sobre los diferentes animales que habitaban allí. Los niños estaban emocionados por la idea y rápidamente se prepararon para la aventura. Llevaron sus mochilas con agua, merienda y binoculares para poder observar mejor a los animales.

Cuando llegaron al bosque, se encontraron con un guía muy especial llamado Mateo. Mateo era un experto en la fauna del lugar y estaba dispuesto a enseñarles todo lo que sabía. "¡Bienvenidos al bosque! ¿Están listos para convertirse en animales?", preguntó Mateo emocionado.

Los niños asintieron con entusiasmo mientras Mateo les explicaba que iban a aprender sobre los distintos movimientos de los animales imitándolos ellos mismos. Primero conocieron al águila real.

Mateo les mostró cómo extender sus brazos como si fueran alas y moverlos hacia arriba y abajo como si estuvieran volando. Los niños siguieron sus instrucciones y empezaron a sentirse libres como las águilas surcando el cielo. Luego, encontraron rastros de un zorro escondido entre los arbustos.

Mateo les enseñó cómo agacharse lentamente e ir arrastrándose sigilosamente por el suelo. Los niños trataron de imitarlo sin hacer ruido alguno, sintiéndose parte del mundo animal. Más tarde, se encontraron con una familia de ciervos.

Mateo les mostró cómo moverse suavemente como si estuvieran caminando sobre hojas secas. Los niños imitaron a los ciervos y se adentraron en el bosque, disfrutando de la naturaleza que los rodeaba. De repente, escucharon un ruido extraño proveniente de un arbusto cercano.

Todos se asustaron y Mateo les pidió que se quedaran quietos mientras él investigaba. Se acercó despacio al arbusto y descubrió a un pequeño conejito atrapado enredado entre las ramas.

Mateo lo liberó con cuidado y lo llevó hasta donde estaban los niños. El conejito parecía asustado pero agradecido por haberlo rescatado. "¡Qué valiente eres, Mateo!", exclamó Martina admirada. "No es nada", respondió modestamente Mateo. "Siempre debemos ayudar a quienes necesitan nuestra ayuda".

Los niños sonrieron y siguieron su aventura junto al conejito recién rescatado. Aprendieron a saltar como ranas, trepar árboles como ardillas e incluso nadar como patitos en un arroyo cercano.

Cuando llegó el momento de regresar al pueblo, los niños estaban agotados pero felices por todo lo que habían aprendido durante su recorrido por el bosque. "Gracias por enseñarnos tanto hoy, Mateo", dijo Benjamín emocionado. "Ha sido un placer compartir esta experiencia con ustedes", respondió Mateo sonriendo.

"Recuerden siempre cuidar y respetar la naturaleza y a todos los seres vivos que la habitan". Los niños asintieron con determinación y se despidieron de Mateo, llevando consigo el recuerdo de un día lleno de aventuras y aprendizaje.

Desde ese día, Martina, Benjamín, Lucía y Juanito se convirtieron en defensores del medio ambiente, siempre dispuestos a cuidar y proteger la vida silvestre que habitaba en su amado bosque.

Y cada vez que regresaban al bosque, recordaban las lecciones aprendidas moviendo sus cuerpos como si fueran animales.

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