Awilix, la niña que se convirtió en la diosa de la luna


En una pequeña aldea maya, vivía una niña llamada Awilix, con su hermano K'ukumatz. Awilix tenía el cabello de un brillante color rosa, y desde pequeña mostraba una fascinación por la luna y la noche.

Soñaba con ser la diosa que gobernaba el firmamento nocturno. Lo más asombroso de todo era que Awilix tenía la habilidad de transformarse en un búho, siendo capaz de volar entre las sombras y contemplar el mundo desde lo alto de los árboles.

"Hermanita, ¿por qué anhelas tanto ser la diosa de la luna y la noche? No entiendo por qué no te conformas con ser una niña normal", decía K'ukumatz.

"Es que siento que mi lugar está en el cielo, entre las estrellas y la luna. Quiero cuidar de la noche y velar por los sueños de todos los seres", respondía Awilix. Un día, Awilix decidió emprender un viaje hacia el templo de los dioses para pedirles que le concedieran su deseo.

Al llegar, realizó una ceremonia con ofrendas de flores y se postró frente a las estatuas de los dioses. Inmediatamente, una voz resonó en la cámara del templo. "Awilix, has demostrado un amor puro por la noche y sus misterios.

Por ello, te otorgamos el honor de convertirte en la diosa de la luna y la noche", anunciaron los dioses. Un resplandor dorado iluminó el templo, y Awilix sintió que su corazón se llenaba de luz.

A partir de ese momento, Awilix asumió su rol como la diosa de la luna y la noche, velando por la armonía de los astros. Pero la niña nunca olvidó a su hermano, y siempre cuidó de él.

Juntos, Awilix y K'ukumatz protegieron a su aldea y a todos sus habitantes. Y cada vez que se alzaba la luna en el cielo, brillaba con una luz especial, recordando a todos que Awilix había cumplido sus sueños gracias a su amor y perseverancia.

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