Aydham, el Súper Activo



Aydham era un niño muy especial. Desde temprano cada mañana, se levantaba lleno de energía y se dirigía a la escuela en su nave negra, luciendo su capa como todo un superhéroe. Antes de empezar el día, tomaba su súper pastilla para poder concentrarse en todo lo que iba a aprender.

Un día, mientras viajaba hacia la escuela, Aydham notó que un grupo de niños estaba intentando sacar a una mascota de un árbol muy alto. La mascota era un pequeño gato que había quedado atrapado entre las ramas. Aydham frenó su nave y se acercó volando.

"¡Hola, chicos! ¿Qué les pasa?" - preguntó Aydham.

"¡El gato no puede bajar!" - respondió una niña, angustiada. "¡No sabemos cómo ayudarlo!".

Aydham sonrió y dijo:

"¡No se preocupen! ¡Yo tengo una idea!".

De repente, sus ojos brillaron y decidió usar su cape, como un verdadero superhéroe, para deslizarse por el árbol. Pero le faltaba un detalle importante: aunque su superpoder le ayudaba a deslizarse, no podía ser imprudente.

Mientras subía, comenzó a pensar en cómo podía conseguir que el gato se sintiera seguro. Así que empezó a hablarle al gato suavemente:

"¡Hola, pequeño! No tengas miedo, estoy aquí para ayudarte. Solo relájate y baja hacia mí."

El gato, intrigado y divertido al escuchar la voz de Aydham, dejó de moverse y se acercó lentamente, saltando y bajando hasta que llegó a las manos de Aydham.

"¡Lo logré!" - exclamó Aydham, mientras todos los demás niños aplaudían emocionados.

Con el gato a salvo, Aydham decidió llevarlo a su casa para asegurarse de que estuviera bien.

Al llegar con su mamá, le explicó:

"¡Mamá, encontré un gato que estaba en peligro!".

"¡Qué bien, Aydham! Pero recuerda, hay que encontrar a su dueño. Tal vez se perdió."

Aydham comprendió que ayudar era maravilloso, pero también era importante ser responsable. Juntos, decidieron buscar carteles en el barrio para ver si alguien estaba buscando al gato. Después de un día lleno de diversión, al fin encontraron a la dueña del gato, una niña que se había preocupado mucho.

"¡Gracias, Aydham! No sé qué haría sin vos." - dijo la niña, aliviada y feliz.

Esa tarde, Aydham volvió a casa más satisfecho que nunca. Había utilizado su energía para hacer algo bueno y, aunque siempre había pensado que sus súper poderes eran su mayor cualidad, se dio cuenta que lo que realmente importaba era compartirlo con otros de forma responsable.

"¡Hoy aprendí algo nuevo!" - le dijo a su mamá. "A veces ser un héroe es más que solo tener poderes. ¡Es ayudar y cuidar a los demás!".

Desde ese día, Aydham dejó de depender de su súper pastilla para concentrarse. Comenzó a disfrutar del tiempo que pasaba con sus amigos, ayudando a su comunidad y aprendiendo de las experiencias que vivía.

Cada mañana, al subir a su nave negra, Aydham se convertía no solo en un superhéroe, sino en un verdadero ejemplo a seguir. Y así, con su capa ondeando al viento, se dedicó a explorar todos los días con energía y curiosidad, siempre listo para ayudar a quienes lo necesitaran.

FIN.

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