Azul aprende a cuidarse


Había una vez un perro llamado Azul. Era el perro más extrovertido que jamás hayas conocido. Siempre estaba saltando y jugando con todos los niños del vecindario.

Azul era tan amigable que incluso los gatos callejeros se detenían a jugar con él. Un día, mientras Azul exploraba el parque, encontró algo extraño en el suelo. Era un trozo de queso que alguien había dejado olvidado. Sin pensarlo dos veces, Azul lo devoró rápidamente.

Pero lo que no sabía era que ese queso tenía poderes mágicos. De repente, después de comer el queso, Azul sintió algo extraño en su garganta y comenzó a toser y carraspear.

¡Para su sorpresa, salieron palabras de su boca! -¡Wow! ¡Puedo hablar! -exclamó Azul emocionado-. Esto es increíble. Azul estaba tan emocionado por esta nueva habilidad que corrió a contarle a todos sus amigos animales sobre su nuevo don.

Los pájaros cantores quedaron asombrados al escucharlo hablar y las ardillas no podían creer lo divertido que era conversar con él. Pero pronto, la noticia se extendió por todo el vecindario humano también. Todos querían ver al perro parlante y hacerle preguntas sobre la vida perruna.

Sin embargo, esto comenzó a abrumar a Azul. Se sentía agotado de tanto hablar todo el tiempo y empezó a perder tiempo para jugar o simplemente relajarse bajo el sol como solía hacerlo.

Un día, cuando ya no podía soportar tanta atención, Azul decidió tomar un descanso. Se escapó del bullicio y se adentró en el bosque cercano. Mientras caminaba por el sendero solitario, Azul encontró a un viejo búho sabio posado en una rama.

-¡Hola, Azul! -saludó el búho con calma-. Veo que tienes algo en tu mente. ¿Puedo ayudarte? Azul suspiró y le contó al búho sobre su nueva habilidad de hablar y cómo se sentía abrumado por toda la atención que recibía.

El búho escuchó atentamente y luego respondió:-Azul, tener la capacidad de hablar es un regalo maravilloso. Pero también es importante aprender a establecer límites para cuidar de ti mismo. No tienes que estar disponible para todos todo el tiempo.

Aprende a decir —"no"  cuando necesites descansar o simplemente disfrutar de tu tiempo personal. Azul reflexionó sobre las palabras del búho sabio y decidió seguir su consejo.

Aprendió a establecer límites saludables y comenzó a dedicar más tiempo para jugar y relajarse sin sentirse culpable por ello. Con el tiempo, los vecinos comprendieron que aunque Azul pudiera hablar, todavía era un perro normal con necesidades normales.

Aprendieron a respetar sus momentos de tranquilidad y jugar cuando él estuviera listo. Desde aquel día, Azul vivió una vida equilibrada entre ser extrovertido e interactuar con los demás animales, pero también aprendiendo a cuidar de sí mismo.

Y así fue como Azul no solo se convirtió en un perro parlante, sino también en un perro sabio que enseñó a todos la importancia de establecer límites y cuidar de uno mismo.

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