Azul, el Tigre Bailarín
En la selva de Pura Vida, donde los árboles cantaban y el arroyo murmuraba, vivía un tigre llamado Azul. Pero a diferencia de sus amigos, que eran fuertes y ruidosos, Azul era un poco diferente. Era un tigre asustadizo que prefería esconderse tras los arbustos cuando veía intrusos o ruidos extraños. Sin embargo, había un secreto en su corazón: ¡soñaba con ser bailarín!
Un día, mientras se asoleaba en su lugar favorito, escuchó música proveniente de un rincón de la selva. Curioso, fue asomándose poco a poco hasta que pudo ver a varios animales bailando. Había monos haciendo piruetas, pájaros danzando y hasta la tortuga Tina, que movía sus patas al ritmo de la música. Azul quedó maravillado.
"¡Me encantaría bailar con ellos!" - pensó, pero de inmediato una duda apareció en su mente. "¿Y si me ven y me critican?" - Se sintió pequeño y decidió volver a su escondite.
Pocos días después, mientras Azul trataba de concentrarse en su sueño de bailar, una voz suave le habló desde las sombras. Era Lila, una linda mariposa.
"¿Por qué estás tan triste, querido tigre?" - preguntó Lila.
"Me gustaría bailar, pero tengo miedo de que se rían de mí..." - respondió Azul, con un susurro.
"La mejor manera de superar el miedo es intentarlo, Azul. A veces lo más hermoso se encuentra en lo inesperado. ¡Déjame enseñarte algunas coreografías!" - exclamó Lila.
Azul se sintió un poco intranquilo, pero el deseo de bailar era más fuerte. Así que juntó agallas y decidió aceptar la oferta de Lila. Iniciaron sus ensayos en secreto, lejos de los otros animales. Azul se movía torpemente al principio, pero con cada intento, su confianza comenzó a crecer.
A medida que pasaban los días, Azul comenzó a disfrutar realmente de sus bailes. Pero un día, mientras ensayaban, un grupo de animales curiosos se asomó. Era un grupo de leones, aulladores y hasta algunos rinocerontes. Azul se congeló del miedo.
"¡Oh no! ¿Y si se ríen de mí?" - exclamó nervioso.
"No dejes que el miedo te detenga, Azul. Necesitamos mostrarles lo que podemos hacer. ¡Demos un gran espectáculo!" - animó Lila.
Con un nudo en el estómago pero replanteando sus sentimientos, Azul decidió que no podía rendirse. Se armó de valor y optó por presentar su primer baile ante toda la selva. El gran día llegó. Los animales se reunieron en el claro del bosque. Azul se sentía como un volcán a punto de erupcionar.
"¡Vamos, Azul! ¡Solo sé tú mismo!" - le gritó Lila desde el costado.
Azul respiró profundamente y recordó todas las horas que había practicado con su amiga mariposa. Cuando la música empezó a sonar, dio un paso adelante. Al principio tembloroso, recordó la alegría que había sentido bailando en privado. Poco a poco, los movimientos empezaron a fluir. A medida que fue soltándose, su cuerpo empezó a moverse como nunca lo había imaginado.
Los animales lo miraban, sorprendidos. Cuando terminó su danza, un silencio recorrió el claro. Luego, un aplauso estalló.
"¡Qué maravilloso!" - corearon en unísono varios animales. "Nunca imaginamos que un tigre pudiera bailar así!" - añadió un loro emocionado.
Azul estaba boquiabierto. No sólo había logrado bailar, sino que había conmovido y sorprendido a todos. Desde ese día, dejó de ser el tigre asustadizo que se escondía, y se convirtió en el tigre bailarín de Pura Vida. Y así, Lila y Azul abrieron una escuelita de baile, donde todos los animales podían expresar sus sueños sin miedo a ser juzgados.
Azul aprendió que el miedo nunca se va por completo, pero con un poco de valentía y amigos a su lado, siempre podríamos lograr lo que tanto deseamos.
FIN.