Bailamos Feas
En la pequeña ciudad de Villa Colorida, dos amigas inseparables, Agustina y Martina, compartían un gran sueño. Desde que eran muy pequeñas, ambas amaban bailar. Sus casas estaban llenas de música y coreografías que inventaban juntas. Sin embargo, había algo que las hacía sentir diferentes: nunca se habían considerado las mejores bailarinas. En su escuela, muchos compañeros decían que bailaban 'feo'.
Un día, la maestra de danza, la Srta. Luz, anunció un gran concurso de baile que se llevaría a cabo en la plaza del pueblo. "Es una oportunidad perfecta para todos los que aman bailar", dijo la maestra con entusiasmo.
Agustina, con una sonrisa, le dijo a Martina: "¡Vamos a participar! No importa lo que digan los demás, lo importante es que disfrutemos!"
Martina dudó un poco y respondió: "Pero... ¿y si nos dicen que bailamos feo?"
Agustina, con su energía contagiosa, le respondió: "Bailar no es solo para ser los mejores, sino para ser felices."
Decididas a no dejarse llevar por las opiniones de sus compañeros, comenzaron a ensayar todos los días. Se prepararon con mucho esmero, creando una coreografía divertida y original que mezclaba estilos de baile. Pero a medida que se acercaba el día del concurso, las inseguridades comenzaron a aparecer.
Una semana antes, en el recreo, dos chicas de su clase, Luz y Sofía, se reían mientras miraban un video de las bailarinas más populares. "Miren a esas chicas, ¡son perfectas! Nosotras nunca podremos bailar así", dijo Sofía.
Agustina y Martina sintieron que sus corazones se hundían. "Quizás tengamos que retirarnos", dijo Martina angustiada.
Agustina, con determinación, respondió: "No, Martina. Debemos seguir. Si dejamos que otros nos digan qué hacer, nunca seremos felices. Vamos a mostrarles que podemos bailar con el corazón".
El día del concurso llegó, y la plaza estaba llena de familias y amigos animando a los participantes. Las chicas se prepararon nerviosas tras el telón, viendo a los otros bailarines talentosos, más altos, más delgados y con movimientos más pulidos.
Cuando llegó su turno, Agustina sintió un nudo en el estómago. "No sé si puedo hacerlo", susurró. Pero Martina la miró y dijo: "Recuerda, lo hacemos por nosotras. Bailamos desde el corazón, y eso es lo que importa. ¡Vamos!"
Salieron al escenario y comenzó la música. Aunque al principio sus movimientos no eran los más elegantes, agarraron confianza. Se miraron una a la otra y se dieron cuenta de lo mucho que disfrutaban de bailar juntas.
"Mirá, ¡eso es lo que importa!", gritó Agustina.
Mientras bailaban, el público empezó a aplaudir. Las sonrisas y los pasos torpes se convirtieron en risas y alegría. Cuando terminaron su número, todos estallaron en aplausos.
Cuando salieron del escenario, todas las inseguridades se desvanecieron.
"¡No importa si bailamos 'feo'!", dijo Martina, llena de alegría.
"Lo hicimos juntas y eso es lo que realmente cuenta!", respondió Agustina con una gran risa.
Al final del concursos, aunque no ganaron el primer lugar, recibieron una medalla especial por 'El Mejor Espirítu Bailarín'. El jurado, al ver la alegría y la unión entre amigas, les otorgó lo que consideraron más valioso.
El evento terminó, pero la verdadera celebración estaba por comenzar. Las chicas se sintieron más felices que nunca y comenzaron a invitar a más personas a unirse a su grupo de baile. Las chicas aceptaron a otros que también se sentían inseguros al bailar, creando un espacio donde todos podían expresarse, sin importar cómo se movieran.
Así fue cómo Agustina, Martina y sus nuevos amigos aprendieron lo que realmente significaba bailar: no se trata de ser los mejores, sino de disfrutar, compartir momentos y ser auténticos. ¡Y así, Villa Colorida se llenó de risas y mucha danza!
Coloridos y felices, Agustina y Martina bailaban, sintiéndose cada vez más cómodas en sus propios cuerpos, y entendieron que cada paso, fuera como fuese, era una celebración de la amistad y la diversión.
FIN.