Bardí, el piloto soñador



Bardí era un chico muy especial. Desde pequeño, había soñado con volar como los pájaros y surcar los cielos en un avión. Pero su familia era muy pobre y no tenía dinero para pagar una escuela de aviación.

Un día, mientras caminaba por la calle, Bardí vio un cartel que decía "Se busca aprendiz de mecánico aeronáutico". Sin pensarlo dos veces, se presentó en el taller y habló con el dueño.

"Hola señor, he visto su cartel y me encantaría trabajar aquí. Me llamo Bardí y mi sueño es ser piloto". El dueño del taller sonrió al ver la determinación del chico. "Muy bien Bardí, te daré una oportunidad.

Pero debes saber que esto no es fácil. La aviación requiere mucho trabajo duro y dedicación". Bardí aceptó el desafío con entusiasmo y comenzó a trabajar en el taller como aprendiz de mecánico aeronáutico.

Aprendió todo lo relacionado con los motores de los aviones: cómo funcionan, cómo se reparan, cómo se mantienen en perfectas condiciones. Pero lo más importante fue que Bardí aprendió a amar la aviación aún más.

Cada vez que veía despegar un avión desde el aeropuerto cercano al taller, sentía una emoción indescriptible. Pasaron varios años y Bardí seguía trabajando duro en el taller. Pero nunca perdió de vista su sueño de volar.

Un día decidió hablar con uno de los pilotos que solían llevar sus aviones al taller para mantenimiento. "Disculpe señor piloto -dijo Bardí tímidamente-, me encantaría saber cómo es volar un avión.

¿Podría llevarme como pasajero en su próximo vuelo?"El piloto sonrió al ver la ilusión del joven y accedió a llevarlo como pasajero en su próximo vuelo de prueba. Bardí nunca olvidará ese día. Desde el momento en que el avión despegó, sintió una sensación indescriptible de libertad y emoción.

Miraba por la ventana con asombro mientras el piloto le explicaba todo lo relacionado con los instrumentos del avión. "¿Te gustaría intentarlo?" -preguntó el piloto. Bardí no lo podía creer.

¿Él, un simple aprendiz de mecánico aeronáutico, podría pilotear un avión? Pero el piloto le dio unas breves instrucciones y Bardí tomó los mandos del avión. Sintió una emoción indescriptible al controlar la nave y surcar los cielos como siempre había soñado. Ese día, Bardí supo que su sueño era posible.

Sabía que debía seguir trabajando duro para conseguirlo, pero ahora tenía más motivación que nunca. Los años pasaron y Bardí se convirtió en uno de los mejores mecánicos aeronáuticos del taller.

Pero también estudió mucho sobre aviación y finalmente logró obtener su licencia de piloto comercial. Hoy en día, Bardí es un reconocido piloto de aviación comercial con miles de horas de vuelo a sus espaldas.

Pero nunca olvida sus orígenes humildes ni la oportunidad que tuvo gracias al dueño del taller que le dio una oportunidad. Siempre les dice a los jóvenes que sueñen en grande y trabajen duro para conseguir sus metas.

Y recuerda con cariño aquel día en que surcó los cielos por primera vez, sabiendo que todo era posible si uno se lo propone.

FIN.

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