Bartolomé y el coyote libre


Bartolomé era un niño curioso que siempre estaba en busca de aventuras. Un día, mientras visitaba el zoológico con su familia, se encontró con un coyote en una jaula.

El animal parecía triste y solitario, y Bartolomé no podía evitar sentir empatía por él. Se acercó a la jaula para observarlo mejor y fue entonces cuando el coyote comenzó a hablarle. "-Hola pequeño, ¿cómo estás?", dijo el coyote con una voz amable.

Bartolomé se sorprendió al escucharlo hablar y respondió: "-Estoy bien, gracias. ¿Cómo es que puedes hablar?"El coyote explicó que había aprendido a hablar después de pasar mucho tiempo en cautiverio en el zoo.

Había visto a los humanos comunicarse entre ellos y había aprendido a imitar sus palabras. Bartolomé sintió pena por el coyote y decidió ayudarlo. Así que ideó un plan para liberarlo de la jaula del zoo.

Con la ayuda de su hermano mayor, Bartolomé logró distraer al guardia del zoológico mientras liberaban al coyote de su jaula. Corrieron hacia la salida del parque pero fueron detenidos por uno de los cuidadores del lugar. "-¡Deténganse ahí! ¡No pueden sacar animales del zoológico!", gritó el cuidador.

Pero Bartolomé no se rindió tan fácilmente. Les explicó al cuidador lo mal que se sentía el coyote encerrado en una pequeña jaula todo el día sin poder correr libremente como deberían hacerlo todos los animales.

El cuidador se detuvo a pensar y finalmente decidió dejar que el coyote fuera liberado. Bartolomé y su hermano mayor llevaron al coyote hacia un bosque cercano, donde lo dejaron correr libre.

El coyote estaba muy agradecido con Bartolomé y le prometió que siempre recordaría su bondad. A partir de ese día, cada vez que Bartolomé visitaba el zoológico, se aseguraba de preguntar por los animales más solitarios para darles compañía.

Y así, aprendió una valiosa lección: todos merecemos libertad y compasión, independientemente de nuestra especie o raza.

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