Bartolomeo y su Aventura en Júpiter
Era un día brillante cuando Bartolomeo, un pequeño astronauta muy curioso, decidió volar hacia Júpiter en su nave espacial, la "Estrella Brillante". Cuando ascendía, miraba por la ventana maravillado con el paisaje del espacio. Sin embargo, al llegar a Júpiter, la nave comenzó a hacer ruidos extraños.
"¡Oh no! ¿Qué está pasando?" - exclamó Bartolomeo, mirando los paneles llenos de luces parpadeantes. De repente, la nave aterrizó de golpe en la superficie gaseosa de Júpiter y, con un último sonido, se detuvo. Bartolomeo se asomó por la ventana y vio un mundo de nubes de colores brillantes y tormentas gigantes.
"Esto es increíble, pero tengo que regresar a casa" - pensó, mirando su reloj que indicaba que ya había pasado mucho tiempo desde que despegó.
Para su sorpresa, escuchó una voz suave y melodiosa.
"¿Bartolomeo?" - le dijo la voz.
Él se volvió y vio a una pequeña criatura con alas brillantes.
"Soy Lúmina, la guardiana de Júpiter. Bienvenido a mi hogar. ¿Por qué lucís tan preocupado?"
"Hola Lúmina. Estoy atrapado aquí. Mi nave se ha dañado y necesito repararla para volver a la Tierra" - explicó Bartolomeo.
"No te preocupes. ¡Puedo ayudarte!" - dijo Lúmina sonriente.
Ambos comenzaron a trabajar. Bartolomeo dijo:
"Primero, necesito un destornillador. ¡Eso me ayudaría mucho!"
Lúmina agitó sus alas y, de un chasquido, apareció un destornillador brillante.
"Tomá, este es un destornillador estelar. Es muy poderoso" - le dijo mientras Bartolomeo sonreía.
Con el destornillador en mano, Bartolomeo se acercó a la consola de la nave.
"Parece que el panel de control se ha desconectado. Necesitamos reparar esto" - dijo concentrado. Mientras trabajaba, sentía la presión de no poder volver a casa. Así que, para calmarse, recordó lo que su abuelo siempre le decía sobre resolver problemas con paciencia.
Después de unos intentos fallidos, Bartolomeo finalmente logró conectar de nuevo los cables.
"¡Lo logré! La consola está encendida" - gritó emocionado.
Pero pronto, otra alarma comenzó a sonar. Lúmina se acercó preocupada:
"¿Qué sucede ahora?"
"No sé, pero parece que el motor está dañado. Necesitamos encontrar una fuente de energía" - dijo Bartolomeo, buscando entre los restos.
"Tal vez podamos recolectar rayos de energía del campo eléctrico de Júpiter, pero es muy peligroso" - advirtió Lúmina.
"No hay otra opción. ¡Vamos a hacerlo!" - dijo Bartolomeo decidido. Con la ayuda de Lúmina, comenzó a construir un dispositivo que pudiera recoger la energía.
El proceso no fue fácil. Mechones de energía chisporrotearon y tembló el suelo. Aun así, Bartolomeo mantuvo la calma y, cuando logró terminar el dispositivo, estrujó un botón.
"¡Toma!" - exclamó Bartolomeo mientras el aparato comenzaba a recolectar la energía residual.
Pero de repente, un gran torbellino comenzó a acercarse y Bartolomeo gritó:
"¡Lúmina, debemos movernos!"
Ambos corrieron hacia la nave mientras la tormenta se intensificaba.
"Rápido, ingresemos a la nave y conectemos esto antes que sea muy tarde" - instó Bartolomeo.
Finalmente, lograron conectar la energía a la nave y, con un enorme zumbido y un destello de luces, el motor cobró vida. Bartolomeo sonrió mientras su corazón latía con fuerza.
"¡Estamos listos para irnos! ¡Lúmina, gracias por toda tu ayuda!" - gritó lleno de alegría.
"Recuerda, Bartolomeo: siempre que trabajes en equipo, los problemas son más fáciles de resolver" - le dijo Lúmina con una sonrisa.
Con un último vistazo a su nuevo mundo amigo, Bartolomeo se despidió y, presionando el botón de despegue, la nave se elevó hacia el cielo estrellado. Mientras se alejaba de Júpiter, miró a Lúmina.
"¡Regresaré algún día!"
"¡Te espero!" - respondió Lúmina, agitándole la mano. Bartolomeo navegó de regreso a la Tierra, lleno de gratitud y emoción por la aventura vivida y por haber aprendido que, aunque los problemas parecen imposibles, con creatividad y trabajo en equipo, ¡todo es posible!
FIN.