Bastian, el payaso risueño de El Nihuil



En un pueblo llamado El Nihuil vivía un payaso llamado Bastian. Bastian era conocido por su gran sonrisa y su risa contagiosa que alegraba a todos en el pueblo. Era un payaso muy alegre que siempre buscaba la forma de hacer felices a quienes estaban a su alrededor. Bastian también iba a la escuela del pueblo, donde siempre llevaba alegría y diversión a sus compañeros.

Un día, mientras Bastian estaba jugando en el parque con sus amigos, vio a una niña triste sentada en un banco. Se acercó a ella con su nariz roja brillando y le preguntó: -¿Por qué estás tan triste? La niña le contó que estaba preocupada porque no tenía a quién invitar a su cumpleaños. Bastian, con su gran corazón, decidió ayudar a la niña a organizar una fiesta sorpresa. Invitó a todos los niños del pueblo y juntos prepararon decoraciones, música y comida para la fiesta. La niña estaba tan emocionada y agradecida que no dejaba de sonreír. Bastian entendió que ayudar a los demás también lo hacía feliz a él.

Desde ese día, Bastian se propuso hacer felices a todos en El Nihuil. Organizaba divertidos juegos en la plaza, contaba chistes a los abuelos en el hogar de ancianos y hasta visitaba a los enfermos en el hospital para sacarles una sonrisa. Siempre decía: -La risa es la mejor medicina para el alma.

Poco a poco, la actitud alegre de Bastian fue contagiando a todo el pueblo. Las personas se sentían más contentas, amables y solidarias. Incluso en la escuela, los niños comenzaron a ayudarse y a jugar juntos sin importar las diferencias. Todos querían ser como Bastian, un payaso risueño que irradiaba alegría.

Un día, el circo llegó a El Nihuil y estaban en busca de un payaso para su espectáculo. Bastian decidió probar suerte y se presentó al casting. Con su gracia, chispa y alegría, conquistó a todos en el circo. Fue elegido como el nuevo payaso del espectáculo, llevando su risa y alegría a ciudades lejanas. Sin embargo, Bastian siempre volvía a El Nihuil para visitar a sus amigos y recordarles la importancia de ser alegres y solidarios.

Desde entonces, El Nihuil se convirtió en el pueblo más feliz y risueño de la región, y todo gracias a Bastian, el payaso risueño que enseñó con su ejemplo que la alegría y la solidaridad pueden cambiar el mundo.

FIN.

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