Bastián y el huevo mágico



Había una vez en la selva un mono muy curioso llamado Bastián. Él siempre estaba buscando aventuras y cosas nuevas que hacer. Un día, mientras exploraba el río, encontró algo muy extraño flotando en el agua.

Al acercarse, descubrió que se trataba de un huevo enorme y brillante. Sin pensarlo dos veces, lo recogió y decidió llevárselo a casa para ver qué salía de él.

Cuando finalmente el huevo eclosionó, Bastián se sorprendió al encontrar dentro a una criatura extraña: mitad ballena, mitad cocodrilo. La criatura parecía asustada y confundida. Bastián decidió cuidarla como si fuera su propia hija. Le puso el nombre de Coco-ballena y le enseñó todo lo que sabía sobre la selva.

Un día, mientras jugaban juntos en la orilla del río, Coco-ballena detectó algo brillante bajo el agua. Era un tesoro escondido debajo de las rocas. - ¡Mira Bastián! ¡Hay un tesoro aquí abajo! - gritó emocionada Coco-ballena.

- ¿Un tesoro? No puedo creerlo - respondió Bastián sorprendido - Pero no podemos tomarlo sin antes preguntarle al dueño. Juntos buscaron por toda la selva para encontrar al dueño del tesoro pero nadie sabía nada sobre él.

Finalmente decidieron llevarlo a los monos mayores para pedir consejo. Los monos mayores les explicaron que ese tesoro pertenecía a una tribu antigua y que era parte de su historia y cultura. Les dijeron que debían devolverlo para no causar problemas.

Bastián y Coco-ballena, siguiendo el consejo de los monos mayores, encontraron la tribu antigua y les entregaron el tesoro. La tribu estaba muy agradecida y decidió nombrar a Bastián y Coco-ballena como sus amigos más cercanos.

A partir de ese día, Bastián entendió que hacer lo correcto es siempre la mejor opción. Y Coco-ballena aprendió un valioso mensaje: que la amistad no tiene límites ni fronteras.

Juntos continuaron explorando la selva, viviendo aventuras emocionantes y descubriendo nuevas lecciones sobre la vida cada día.

FIN.

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