Bastián y el Sueño de Ser Deportista



Bastián era un niño con una gran pasión por el deporte. Desde muy pequeño, había descubierto su amor por el fútbol y el básquetbol. En las tardes, después de la escuela, siempre se lo podía encontrar en el parque, pateando una pelota o lanzando a canasta. Su sueño era convertirse en un gran deportista y representar a su país en competiciones importantes.

Un día, mientras jugaba al fútbol con sus amigos, notó que un grupo de chicos estaba ensayando una rutina de básquetbol en la cancha vecina. Intrigado, Bastián dejó de jugar y se acercó para mirar. Allí estaba Lucas, un joven talentoso que siempre había sido el más destacado del barrio.

"¡Eh, chicos! ¿Puedo probar?", preguntó Bastián emocionado.

"Claro, vení, pero tené cuidado, ¡es más difícil de lo que parece!", respondió Lucas, sonriendo.

Bastián se unió al grupo y empezó a lanzar a la canasta. Al principio, sus tiros eran imprecisos, pero no se rindió. Se esforzó y puso toda su energía.

Después de varias intentos, logró encestar una pelota. Todos aplaudieron entusiasmados.

"¡Eso fue genial!", exclamó una de las chicas.

"¡Seguí practicando, vas a mejorar!", agregó Lucas.

Bastián sonreía, alentado por los comentarios. Pasaron los días, y aunque continuaba disfrutando del fútbol, su interés por el básquetbol creció. Empezó a practicar a diario, a observar videos en línea y a leer libros sobre técnicas de lanzamientos. Se hizo amigo de Lucas, quien se convirtió en su mentor.

"Mañana hay un torneo de básquetbol en el barrio. ¿Te gustaría participar?", preguntó Lucas un día.

El corazón de Bastián latía con fuerza. Un torneo significaba competencia y muchos otros chicos que también querían destacarse.

"Sí,¡ sí! ¡Quiero participar!", dijo decidido.

El día del torneo llegó. Bastián se sentía nervioso pero emocionado. Vio a muchos chicos en el lugar, algunos que ya conocía y otros nuevos. Mientras calentaban, escuchó a algunos hablar sobre una jugada especial.

"Vamos a ganarle a Bastián, ¡es solo un principiante!", se burló uno de los chicos.

Las palabras lo hicieron dudar, pero recordó todo el esfuerzo que había puesto en entrenar. En ese momento, Lucas se acercó y le dijo:

"Recuerda, lo más importante es disfrutar y aprender. Si te diviertes, ya habrás ganado. No te dejes llevar por lo que dicen los demás."

Bastián asintió y se sintió más fuerte. Cuando comenzó el torneo, se sintió un poco inseguro al principio, pero poco a poco se dio cuenta de que podía jugar. Hizo algunos puntos y asistió a sus compañeros. Su confianza creció y todos en su equipo empezaron a aplaudirlo.

El partido fue intenso, y el marcador estaba muy ajustado. Al final, con solo segundos en el reloj, Bastián recibió un pase de Lucas. Miró hacia la canasta, tomó aire y lanzó con todas sus fuerzas...

¡El balón golpeó el aro y entró! Su equipo ganó por un punto. Todos gritaron de alegría.

"¡Lo lograste, Bastián!", gritó Lucas, abrazándolo.

Bastián estaba lleno de felicidad. Sabía que, aunque había logrado ganar el torneo, lo más valioso era lo que había aprendido:

Que con esfuerzo, dedicación y un buen grupo de amigos, los sueños son alcanzables.

Con el tiempo, Bastián continuó desarrollándose en el deporte que tanto amaba, pero nunca olvidó lo importante que era el trabajo en equipo, la amistad y sobre todo, la pasión por lo que hacemos.

Y así, Bastián aprendió que los sueños se construyen paso a paso, practicando, riendo y disfrutando cada momento en la cancha.

FIN.

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