Bautista y Los Amigos Dinosaurios



Había una vez un niño llamado Bautista Faustina, a quien le encantaban los dinosaurios. Pasaba horas leyendo libros y viendo documentales sobre ellos.

Soñaba con poder ver de cerca a estos maravillosos animales que habitaron la Tierra hace millones de años. Un día, mientras Bautista se encontraba en el parque jugando con su pelota, escuchó un ruido extraño proveniente del bosque cercano. Sin pensarlo dos veces, decidió aventurarse a investigar qué era lo que lo causaba.

Al adentrarse en el bosque, Bautista descubrió una cueva escondida entre los árboles. Su curiosidad hizo que no pudiera resistirse y decidió entrar. Para su sorpresa, dentro de la cueva había una máquina del tiempo. Bautista no podía creerlo.

Sabía exactamente lo que tenía que hacer: viajar al pasado para conocer a los dinosaurios en persona.

Sin perder un segundo, subió a la máquina y seleccionó el año en el cual quería ir: hace 65 millones de años atrás. Cuando llegó al pasado, quedó maravillado al ver cómo eran realmente los dinosaurios. Gigantes como el Tiranosaurio Rex o veloces como el Velociraptor caminaban por todas partes.

Pero había algo extraño en aquel mundo prehistórico; los dinosaurios parecían tristes y aburridos. Bautista se acercó a uno de ellos y preguntó: "¿Por qué están tan tristes?". El dinosaurio suspiró y respondió: "Desde hace mucho tiempo hemos perdido nuestra alegría porque nos sentimos solos.

No tenemos amigos con quienes jugar y nos aburrimos mucho". Bautista se sintió triste al escuchar eso. Sabía que tenía que hacer algo para ayudar a los dinosaurios a encontrar la felicidad de nuevo. Entonces, tuvo una idea brillante.

Decidió regresar al presente y buscar en su ciudad a niños que también amaran a los dinosaurios. Quería traerlos al pasado para que pudieran jugar y divertirse juntos. Una vez de vuelta en el presente, Bautista comenzó su búsqueda.

Encontró a muchos niños emocionados por la idea y pronto se formó un grupo llamado "Los Amigos Dinosaurios". Juntos, volvieron al pasado para encontrarse con los dinosaurios.

Cuando llegaron allí, los niños se acercaron a los dinosaurios con alegría y entusiasmo. Comenzaron a jugar juegos como escondite, carreras y saltos largos. Los dinosaurios sonreían y reían mientras corrían detrás de los niños. El tiempo pasó volando mientras todos disfrutaban de su nueva amistad.

Los días se llenaron de risas y aventuras inolvidables. Pero llegó el momento en el cual Bautista sabía que debían regresar al presente.

Se despidió de sus nuevos amigos dinosaurios con lágrimas en los ojos, pero sabiendo que siempre tendrían un lugar especial en sus corazones. De vuelta en el parque, Bautista compartió su increíble experiencia con sus padres. Les contó cómo había encontrado la manera de hacer felices nuevamente a los dinosaurios.

Sus padres estaban orgullosos del valor y la bondad de su hijo. Aprendieron que, a veces, solo se necesita un poco de imaginación y amor para cambiar el mundo. Desde aquel día, Bautista siguió amando a los dinosaurios y nunca dejó de soñar.

Sabía que siempre habría una forma de hacer realidad sus sueños y ayudar a otros en el camino.

Y así, Bautista Faustina se convirtió en un héroe para los dinosaurios y un ejemplo inspirador para todos aquellos que creen en la magia de la amistad y la imaginación.

FIN.

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