Bautista y su risa mágica


Había una vez un niño llamado Bautista, que era muy alegre y siempre tenía una sonrisa en su rostro. Un día, Bautista se hizo del mono y comenzó a reírse sin parar.

Saltaba por toda la casa, haciendo muecas divertidas y riéndose a carcajadas. Sus hermanas, Martina y Valentina, estaban tratando de estudiar en sus habitaciones cuando escucharon el alboroto.

Se acercaron a Bautista con caras enfadadas y le dijeron: "¡Bauti! ¡Deja de hacer tanto ruido! Estamos intentando concentrarnos". Bautista no podía contener su risa y les respondió entre risas: "-Jajaja, lo siento chicas, pero estoy tan feliz que no puedo parar de reírme".

Las hermanas se miraron entre ellas con gesto molesto y decidieron ir a hablar con su papá para pedirle ayuda. Encontraron a su papá en el sofá intentando descansar después de un largo día de trabajo. Martina tomó la palabra: "-Papá, necesitamos que hagas algo con Bauti.

No podemos estudiar porque está haciendo mucho ruido riéndose todo el tiempo". Valentina asintió enérgicamente: "-Sí papá, es imposible concentrarse así". El padre levantó la vista cansado pero sonrió comprensivamente a sus hijas: "-Entiendo cómo se sienten chicas. Déjenme hablar con él".

El padre fue hasta donde estaba Bautista riendo descontroladamente e intentó calmarlo diciendo: "-Bauti, entiendo que estés feliz, pero debes respetar a tus hermanas y permitirles estudiar en paz".

Bautista paró de reír por un momento y miró a su papá con tristeza: "-Pero papá, me siento tan bien riéndome. No quiero dejar de hacerlo". El padre suspiró y pensó durante un momento.

Luego sonrió y dijo: "-Bauti, sé que te gusta reírte, pero también es importante aprender a controlar nuestras emociones para no afectar a los demás.

¿Qué te parece si hacemos un trato?"Bautista se interesó y preguntó: "-¿Qué tipo de trato, papá?"El padre explicó: "-Te propongo que encuentres una forma divertida de canalizar tu risa sin molestar a tus hermanas ni interrumpir sus estudios. Podemos buscar juegos o actividades donde puedas reírte todo lo que quieras sin causar problemas".

Los ojos de Bautista se iluminaron mientras asentía emocionado: "-¡Me encanta la idea, papá! Podemos jugar juntos y así todos estaremos felices". Desde ese día, Bautista y su familia encontraron diferentes formas de disfrutar juntos mientras él se reía sin parar.

Jugaron juegos de mesa donde las carcajadas eran bienvenidas e incluso hicieron una tarde especial dedicada a contar chistes. Bautista aprendió la importancia de ser consciente del impacto que sus acciones pueden tener en los demás.

Comprendió que ser feliz no significa ignorar los sentimientos de quienes lo rodean, sino encontrar el equilibrio adecuado para compartir su alegría sin perturbar la tranquilidad de los demás. Con el tiempo, Bautista se convirtió en un niño más comprensivo y amable, siempre dispuesto a encontrar soluciones creativas para cualquier situación.

Y así, su familia vivió felizmente, disfrutando de las risas de Bautista sin que nadie se sintiera molesto. Y colorín colorado, esta historia llena de aprendizaje y diversión ha terminado.

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