Bebé Alma Valiente



En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos de aguas cristalinas, vivía una bebé llamada Alma. Desde muy chiquita, Alma era conocida por su risa contagiosa y sus ojos brillantes que siempre parecían llenos de curiosidad. Aunque era pequeña, su valentía era enorme, y siempre estaba dispuesta a explorar el mundo que la rodeaba.

Un día, mientras jugaba en el jardín de su casa, Alma escuchó a su perrito, Nube, ladrando con fuerza.

"¡Nube! ¿Qué te pasa?" - exclamó Alma, corriendo hacia él.

Nube estaba mirando hacia el bosque cercano, donde se escuchaban unos ruidos extraños.

"¡Guau! ¡Es un misterioso sonido!" - ladró Nube, moviendo su cola inquieto.

Alma sintió una mezcla de miedo y valentía. Decidió que quería descubrir qué era aquel ruido. Con Nube a su lado, tomó una respiración profunda.

"Vamos a ver, Nube. ¡Juntos somos más fuertes!" - dijo Alma con determinación.

Ambos se adentraron en el bosque, donde la luz del sol apenas lograba atravesar las copas de los árboles. Sentía un poco de miedo, pero la emoción de la aventura la impulsaba hacia adelante.

Después de caminar un rato, llegaron a un claro donde encontraron a un grupo de animales. Había un ciervo, una tortuga y un pequeño conejo, todos asustados.

"¿Qué les pasa, amigos?" - preguntó Alma con voz dulce.

"¡Hola, pequeña!" - respondió el ciervo. "Estamos preocupados, porque nuestro hogar se está inundando y no sabemos qué hacer."

"¡Sí!" - agregó el conejo, "La lluvia en la montaña ha hecho que el río crezca y nos ha rodeado. No sabemos cómo salir de aquí."

Alma miró a Nube y luego a los animales. Se dio cuenta de que había que hacer algo para ayudarles.

"No se preocupen, ¡yo tengo una idea!" - exclamó Alma con emoción. "Podemos construir un camino seguro para que puedan salir. ¡Ustedes se quedan aquí y nosotros traemos troncos y piedras!"

Los animales miraron a Alma con dudas.

"¿Podemos confiar en una bebé?" - preguntó la tortuga.

Alma sonrió y dijo:

"Si un bebé puede ser valiente, ¡también puede ser ingenioso! Acompáñenme, Nube. ¡Vamos a buscar materiales!"

Así, Alma y Nube volvieron corriendo al jardín. Usaron la imaginación y su fortaleza para juntar troncos, piedras y hojas. Al volver al claro, vieron que muchos animales los estaban mirando con atención. Alma empezó a dirigir a todos.

"¡Ahora todos juntos! Vamos a apilar los troncos y las piedras, así formamos un camino. ¡Ánimo!"

Los animales, inspirados por la valentía y la energía de Alma, se unieron a ella. Trabajaron codo a codo, empujando, arrastrando y colocando las maderas y piedras con mucho cuidado. Pasaron horas, pero, finalmente, lograron construir un camino que llegaba a un lugar seguro.

"¡Lo logramos!" - gritó Alma emocionada. "¡Pueden irse! ¡Vamos, apúrense!"

Los animales se miraron entre ellos, llenos de gratitud.

"¡Gracias, Alma! ¡Eres realmente valiente!" - dijo el ciervo.

"¡Y muy inteligente!" - añadió la tortuga.

"¡Nunca lo habríamos logrado sin vos!" - concluyó el conejo.

Alma sonrió, sintiéndose feliz de poder ayudar. Cuando todos los animales cruzaron el camino y llegaron al lugar seguro, el conejo propuso:

"¡Hagamos una fiesta para celebrar nuestra valentía!"

Todos los animales aceptaron con entusiasmo. Bajo la luz del sol que se filtraba a través de los árboles, organizaron un pequeño festín con frutas y hojas.

Alma era la estrella del evento. Los animales la levantaron en sus patas y brincaron alegres a su alrededor.

"¡Eres una verdadera heroína, Alma!" - dijo Nube mientras movía la cola de felicidad.

Esa tarde, Alma aprendió que, aunque era pequeña, su valentía y su inteligencia podían marcar una gran diferencia. Se despidió de sus nuevos amigos, prometiendo volver a visitarles, y caminó de vuelta a casa con Nube, sintiéndose más fuerte que nunca.

Desde aquel día, Alma continuó mostrando su valentía en cada pequeña aventura. Aprendió que ayudar a los demás y trabajar en equipo son algunas de las mejores formas de ser verdaderamente valiente. Y así, Bebé Alma Valiente se convirtió en la heroína de todos los animales del bosque, y su corazón siguió latiendo lleno de coraje y amor por la naturaleza.

Y siempre que había una pequeña aventura o una preocupación en el bosque, todos sabían que podían contar con Alma, la Bebé Valiente.

FIN.

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