Bedtime Bliss



Había una vez un niño llamado Genaro, que vivía en una pequeña casa con sus papás y dos perritas muy especiales llamadas Moka y Preta.

Genaro era un niño muy alegre y siempre estaba lleno de energía, pero había algo que le encantaba más que nada en el mundo: dormir con sus papás. Todas las noches, Genaro se acurrucaba entre sus papás en la cama y disfrutaba de su compañía mientras caía en un profundo sueño.

Pero lo que él no sabía era que Moka y Preta también querían ser parte de esos dulces momentos familiares. Una noche, mientras los tres estaban jugando en el jardín antes de irse a dormir, Moka tuvo una gran idea.

Se acercó sigilosamente a Preta y le dijo:- ¡Preta! ¿Qué te parece si esta noche nos metemos a la cama junto con Genaro? Preta movió la cola emocionada y respondió:- ¡Me encanta esa idea! Será maravilloso poder dormir todos juntos.

Así fue como llegó la hora de irse a la cama. Los papás de Genaro apagaron las luces y se metieron bajo las sábanas esperando al pequeño intrépido para dormir.

Pero cuando Genaro se subió a la cama, se dio cuenta de que algo era diferente. - Mamá, Papá... ¿Por qué hay tanto espacio vacío? - preguntó confundido.

- Bueno hijo -respondió su mamá-, pensamos que ya eras lo suficientemente grande para tener tu propia camita al lado de nosotros. Genaro miró su nueva camita con tristeza y dijo:- Pero... extrañaré estar en la cama con ustedes. En ese momento, Moka y Preta se acercaron a Genaro y le dieron una lamida cariñosa.

- ¡No te preocupes, Genaro! -dijo Moka-. A partir de ahora, dormiremos contigo en tu camita. Genaro sonrió emocionado y se metió en su camita junto a sus dos perritas.

Los papás de Genaro los miraron con ternura y les dijeron:- Está bien que todos duerman juntos, pero recuerden ser respetuosos del espacio de cada uno. Desde esa noche, Genaro, Moka y Preta disfrutaron de dulces sueños juntos.

Cada noche encontraban diferentes posiciones para dormir: a veces formaban un círculo perfecto abrazados unos a otros; otras veces se estiraban como una larga fila; incluso había noches donde cada uno tenía su propio espacio en la cama.

Con el tiempo, Genaro aprendió que compartir la cama con sus perritas era mucho más divertido que tenerla solo para él. Descubrió que el amor y la compañía pueden hacer cualquier situación más especial.

A medida que crecía, Genaro siguió durmiendo junto a Moka y Preta hasta que llegó el día en que decidió tener su propia habitación. Pero nunca olvidó las noches mágicas en las cuales compartía su cama con sus amigas peludas. Y así termina esta historia llena de amor y ternura.

Nos enseña que compartir momentos especiales con aquellos que amamos es lo más valioso del mundo, sin importar si son personas o perritas. Genaro aprendió que el amor se multiplica cuando lo compartimos, y que siempre hay espacio para más abrazos y lamidas cariñosas en la cama.

FIN.

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