Begoña Vila, la niña que buscaba espirales en el cielo
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos cristalinos, vivía una niña llamada Begoña Vila. Desde que tenía memoria, Begoña miraba al cielo con curiosidad, buscando espirales. Para ella, las espirales representaban sueños, aventuras, y los misterios del universo. Cada noche, se sentaba en su jardín y contemplaba las estrellas, esperando ver aparecer una espiral brillante en el firmamento.
Un día, mientras exploraba el bosque detrás de su casa, Begoña tropezó con un objeto extraño. Eran unas viejas gafas de madera. Decidió probárselas y, de inmediato, todo se volvió más nítido. Vio formas que nunca había notado: nubes que parecían espirales, ramas que se enroscaban en el aire. Emocionada, Begoña volvió a su casa a contárselo a su mejor amigo, Mateo.
-Begoña, ¿qué te pasó? Parecés un torbellino -exclamó Mateo mientras la veía entrar.
-¡Mateo, encontré unas gafas mágicas! ¡Todo se ve diferente! Las nubes parecen espirales -respondió ella salpicando su entusiasmo en cada palabra.
-Bueno, no sé si hay espirales, pero sí hay aventuras. ¿Vamos al río? -sugirió Mateo, siempre listo para explorar.
Juntos fueron al río, donde observaron cómo el agua danzaba en espirales. De repente, una brillantísima esfera de luz apareció entre los arbustos.
-¿Ves eso? -dijo Begoña, con la mirada iluminada por la sorpresa. -¿No es una espiral?
-Creo que es una luciérnaga gigante -respondió Mateo, acercándose cautelosamente a la esfera. Pero cuando se acercaron, la esfera comenzó a elevarse y a girar como una espiral de luz.
-¡Sigámosla! -gritó Begoña, llenándose de emoción. Corrieron tras la esfera que iluminaba el camino mientras giraba sobre sí misma.
Tras unos minutos de correr, llegaron a un claro mágico donde la esfera se posó en el suelo y brilló intensamente. Alrededor de ellos, pequeñas criaturas parecidas a duendes salieron de la nada.
-¡Hola, visitantes! -dijo uno de los duendes, que parecía el más viejo, con barba plateada y ojos chispeantes. -Soy Elvin, guardián de las espirales.
-¿Guardia de qué? -preguntó Begoña, con una mezcla de incredulidad y emoción.
-De las espirales en el cielo. Cada espiral representa un sueño que necesita ser encontrado. Pero con la falta de curiosidad, se han ido desvaneciendo. -explicó Elvin.
-¡Queremos ayudar! -interrumpió Mateo. -Yo tengo un montón de sueños por cumplir.
-Así se habla, niño. Pero para que podamos recuperar las espirales, necesitan observar el mundo que los rodea, encontrar la belleza en lo cotidiano y recordar sus sueños. -dijo Elvin con seriedad.
Begoña sintió un profundo deseo de ayudar. Decidió, junto con Mateo, hacer una búsqueda de sueños. Regresaron al pueblo y comenzaron a observar todo lo que las personas hacían: los ancianos que narraban historias, los artesanos que creaban cosas hermosas, los niños jugando y riendo.
-Debemos recordar esto. Todo es una espiral en movimiento -dijo Begoña mientras anotaba en su cuaderno.
Con cada descubrimiento, el cielo empezaba a iluminarse de nueva cuenta, y las espirales comenzaron a aparecer poco a poco. Las estrellas ya no estaban solas, ahora danzaban en espirales brillantes.
Finalmente, regresaron al claro del bosque para contarle a Elvin lo que habían aprendido.
-¡Lo logramos! Las espirales están regresando. -expresó Begoña, llena de alegría.
-Así es, gracias a ustedes, la curiosidad y la aventura han despertado en el pueblo. Nunca dejen de buscar espirales, porque en cada rincón del mundo hay sueños esperando ser encontrados. -dijo Elvin con una sonrisa.
Repletos de nuevos sueños, Begoña y Mateo regresaron a casa, sabiendo que la magia estaba en su disposición de observar y descubrir todo lo que el mundo les ofrecía.
Desde aquel día, Begoña no solo buscaba espirales en el cielo, sino que también las creaba en su vida, celebrando cada pequeño momento y recordando que el verdadero tesoro reside en la curiosidad y la imaginación. Y así, entre risas y aventuras, el pueblo volvió a brillar con las espirales del cielo, recordando a cada uno de sus habitantes que la belleza siempre está más cerca de lo que pensamos.
FIN.