Belen y la flor de la autoaceptación



Belen era una joven alegre y divertida, pero su alegría se veía empañada por las burlas de algunos de sus compañeros del colegio.

Ellos se reían de su apariencia, de su manera de vestir, de sus gustos, y Belen se sentía muy triste por esto. Un día, su abuela le regaló una semilla muy especial. Era la semilla de la flor de la autoaceptación.

La abuela le explicó que esta flor crecía con amor propio y autoestima, y le recomendó que la plantara en su corazón. Belen siguió el consejo de su abuela y plantó la semilla en su corazón, cuidándola con cariño y paciencia.

Con el tiempo, la flor comenzó a crecer, y Belen empezó a sentirse más segura de sí misma. Ya no le importaban tanto las burlas de sus compañeros, porque había aprendido a valorarse tal como era.

Un día, durante el recreo, uno de los chicos que solía burlarse de ella se acercó y le dijo: '-Oye Belen, ¿cómo haces para no enojarte con lo que decimos?' Belen sonrió con tranquilidad y le respondió: '-Aprendí a quererme tal como soy, y eso me hace feliz.

¿Tú te quieres a ti mismo?' El chico se quedó pensativo y luego admitió que también había sido objeto de burlas en el pasado. A partir de ese día, Belen y el chico se hicieron amigos, y juntos promovieron la importancia de la autoaceptación y el respeto por las diferencias.

La flor de la autoaceptación había florecido en el corazón de Belen, y su luz iluminó a todos los que la rodeaban.

FIN.

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