Benicio y el Tigre Amigo



En una tranquila y colorida aldea de Argentina, vivía un niño llamado Benicio. Era un pequeño curioso y valiente que pasaba sus días explorando el bosque cercano y soñando con aventuras emocionantes.

Un día, mientras recorría una nueva parte del bosque, Benicio escuchó un rugido profundo. Al principio se asustó, pero la curiosidad pudo más y decidió seguir el sonido. Después de unos minutos, llegó a un claro donde se encontró cara a cara con un hermoso tigre de rayas naranjas y negras.

"Hola, soy Benicio," dijo el niño, sorprendentemente tranquilo.

"¡Hola, humano! Soy Niko," respondió el tigre, mucho más amigable de lo que Benicio había imaginado.

Benicio no podía creer que estaba hablando con un tigre.

"¿Por qué rugís ahí tan solo?" preguntó Benicio.

"Porque estoy aburrido y no tengo amigos. Todos me tienen miedo," contestó Niko, suspirando.

Desde ese momento, se formó una amistad inesperada. Cada día después de la escuela, Benicio se escapaba al bosque para jugar con Niko. A menudo hacían carreras, se escondían y tomaban siestas bajo la sombra de un gran árbol.

Sin embargo, pronto las cosas comenzaron a complicarse. Los aldeanos se enteraron de que Benicio pasaba tiempo con un tigre, y algunos comenzaron a preocuparse. Una tarde, mientras Benicio y Niko estaban jugando cerca del río, el padre de Benicio, don Lorenzo, lo llamó con preocupación desde la orilla.

"¡Benicio! ¡Vení aquí, ahora mismo!"

"¡Pero papá! ¡Niko es mi amigo!" respondió Benicio.

"Un tigre no puede ser amigo de un niño. Es peligroso, Benicio. Tenés que volver a casa."

Benicio, triste y confundido, se despidió de Niko.

"No te preocupes, siempre seré tu amigo," le dijo Niko, mientras se ocultaba entre los árboles.

Esa noche, Benicio pensó en su amigo tigre. Decidido a demostrar a los adultos que Niko no era peligroso, ideó un plan. Durante unos días, Benicio se centró en hablar sobre Niko con sus amigos y con los otros aldeanos. Les explicó que Niko era amable y solo quería jugar.

"¡El grandote no me hace daño!" decía a todos.

Finalmente, Benicio logró convencer a algunos de sus amigos a que lo acompañaran para conocer a Niko. Con gran emoción, invitó a varios niños y, junto a ellos, se adentró en el bosque. En el claro, Niko los estaba esperando.

"¡Hola, pequeños amigos!" saludó Niko con alegría.

Los demás niños, al principio un poco asustados, comenzaron a relajarse al ver que el tigre sólo quería jugar, igual que Benicio. Todos juntos contaron historias, se rieron e incluso Niko los deslumbró mostrando su gran salto y agilidad.

Los aldeanos que estaban mirando desde la distancia empezaron a notar lo feliz que era Niko con los niños, y cómo Benicio no tenía miedo. Uno de los adultos, la abuela Amelia, les gritó:

"¡Chicos, miren cómo juegan! Quizás debamos darle una oportunidad a este tigre."

Poco a poco, más y más aldeanos se acercaron, y pronto todos conocían a Niko. Aprendieron que los tigres, aunque grandes, eran capaces de ser amigos, y no solo feroces cazadores. Los niños jugaron hasta el atardecer y, al final del día, los aldeanos decidieron proteger el bosque donde vivía Niko, asegurándose que siempre estuviera a salvo.

Así, Benicio y Niko se convirtieron en un símbolo de amistad y unión entre humanos y animales. La aldea no solo aprendió que no deberían juzgar a los demás por su apariencia, sino que la valentía y la curiosidad podían abrir puertas a nuevas amistades. Desde ese día, Benicio y Niko fueron inseparables, y juntos vivieron muchas aventuras, mostrando a todos que la amistad no conoce fronteras, ni especies.

FIN.

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