Benito el conejito y el zorro astuto



Había una vez en un bosque encantado, un conejo llamado Benito. Benito era un conejito muy trabajador y amoroso que vivía con sus padres en una madriguera acogedora.

Un día, mientras cuidaba su huerta de zanahorias, decidió llevar cuatro de las más jugosas a sus padres como regalo especial. Con las zanahorias atadas con una cinta roja, Benito se adentró en el bosque cantando alegremente.

Sin embargo, lo que no sabía era que un astuto zorro llamado Renzo lo observaba desde la espesura. Renzo tenía hambre y las zanahorias de Benito parecían ser el almuerzo perfecto. Sigilosamente, Renzo empezó a seguir al inocente conejito.

Cuando estuvo seguro de que estaban lo suficientemente lejos de la madriguera, saltó frente a Benito con una sonrisa maliciosa en el rostro. - ¡Hola, querido Benito! Veo que llevas unas deliciosas zanahorias. ¿Me darías una para calmar mi apetito? -dijo el zorro con falsa amabilidad.

Benito sintió miedo al ver los afilados colmillos del zorro y supo que debía ser astuto para proteger su regalo para sus padres. - Lo siento, Renzo, pero estas zanahorias son para mis padres.

Además, si te comes una ahora mismo ¡no podrás disfrutarlas cuando estén cocinadas en un rico guiso! -respondió el conejito con valentía. El zorro frunció el ceño ante la respuesta ingeniosa de Benito y decidió cambiar su estrategia. - Bueno, querido Benito.

No quiero privar a tus padres de semejante manjar. Pero ten cuidado mientras caminas por aquí... he escuchado que hay trampas peligrosas cerca -advirtió Renzo con malicia antes de desaparecer entre los árboles. Benito se quedó pensativo por un momento.

Sabía que debía ser aún más cauteloso si quería llegar sano y salvo a casa con las preciadas zanahorias. Decidió entonces tomar un camino diferente al habitual y estar alerta ante cualquier peligro.

Mientras tanto, Renzo observaba desde lejos esperando encontrar alguna oportunidad para arrebatarle las zanahorias al conejito indefenso. Sin embargo, conforme pasaba el tiempo sin éxito alguno, comenzó a sentirse frustrado y admiración por la determinación de Benito.

Finalmente, después de esquivar algunas trampas hábilmente colocadas por el astuto zorro, Benito llegó a la madriguera junto a sus padres quienes se alegraron enormemente al verlo sano y salvo con las preciosas zanahorias.

- ¡Ohh querido hijo! ¡Qué valiente has sido al traernos estas deliciosas zanahorias! Estamos muy orgullosos de ti -dijeron los padres emocionados abrazando a Benitio cariñosamente. Benitio sonrió radiante sabiendo que había superado todos los obstáculos gracias a su ingenio y valentía.

Mientras tanto, Renzo reflexionaba sobre su comportamiento egoísta e inapropiado hacia el pequeño conejo y decidió cambiar su forma de actuar siendo más honesto y generoso en adelante. Desde ese día en adelante, Benitio siguió cuidando su huerta felizmente junto a sus padres mientras compartían risas y momentos especiales juntos en familia.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!