Benito, el oso orientado
Había una vez en el frondoso bosque de la Patagonia, un oso llamado Benito. Benito era un oso curioso y aventurero que siempre estaba explorando nuevos rincones del bosque.
Un día, mientras buscaba miel en lo alto de un árbol, se distrajo con una mariposa y terminó perdiéndose. Benito caminó y caminó tratando de encontrar su camino de regreso a casa, pero entre tanta vegetación y árboles parecía que todo lucía igual a su alrededor.
El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte cuando Benito se dio cuenta de que estaba completamente desorientado. - ¡Ay, qué mal! ¿Cómo voy a hacer para volver? -se lamentaba Benito mientras miraba a su alrededor con preocupación.
De repente, escuchó una vocecita dulce que le dijo:- ¿Necesitas ayuda? Benito levantó la vista y vio a Luna, una lechuza sabia que vivía en el bosque y conocía cada rincón del lugar.
- ¡Oh, sí! Me he perdido y no sé cómo volver a casa -respondió Benito emocionado al ver a Luna. Luna sonrió con ternura y le dijo:- No te preocupes, yo te ayudaré. Sígueme.
Benito siguió a Luna mientras ella lo guiaba por senderos ocultos y atajos secretos que solo las criaturas del bosque conocían. Durante el camino, Luna le enseñaba a Benito sobre las estrellas en el cielo para orientarse y los sonidos de la naturaleza para saber dónde estaban los ríos y montañas cercanas.
Finalmente, después de una larga travesía llena de aprendizajes, Benito pudo divisar la cima de un cerro familiar que indicaba la dirección hacia su hogar.
- ¡Luna, gracias por tu ayuda! Nunca podré olvidar todo lo que me has enseñado hoy -dijo Benito emocionado mientras se despedía de su nueva amiga. - Ha sido un placer ayudarte, querido amigo. Recuerda siempre mantener tus sentidos alerta y aprender del entorno que te rodea -aconsejó Luna antes de emprender vuelo hacia su guarida.
Desde ese día, Benito se convirtió en un oso más sabio y atento a su entorno. Cada vez que salía de paseo por el bosque recordaba las enseñanzas de Luna y nunca más volvió a perderse.
Y aunque disfrutaba explorando nuevas áreas del bosque, siempre llevaba consigo la sabiduría adquirida aquella tarde junto a su amiga lechuza.
Y así fue como Benito descubrió que incluso en medio de la desorientación más profunda podía encontrar guía y aprendizaje si mantenía sus sentidos abiertos al mundo que lo rodeaba. Y colorín colorado este cuento ha terminado.
FIN.