Benito y el obni mágico
Había una vez un niño llamado Benito que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas. Benito era un niño muy curioso y soñador, siempre buscaba aventuras y cosas nuevas para descubrir.
Un día, mientras exploraba el bosque cerca de su casa, Benito se encontró con algo extraordinario: ¡un OVNI! Pero no era cualquier OVNI, era su obni favorito, aquel que había visto en sus sueños muchas veces.
El obni tenía forma de platillo volador y estaba lleno de luces brillantes. No podía creer lo que veían sus ojos, así que decidió acercarse lentamente hacia él. Cuando llegó al obni, la puerta se abrió mágicamente y una voz amigable dijo: "¡Hola, Benito! Soy tu obni favorito".
Benito estaba asombrado y emocionado al mismo tiempo. Entró al obni y allí encontró a Oboe, el extraterrestre piloto del OVNI. Oboe era pequeño y verde con antenas en la cabeza.
"¡Hola Oboe! ¿Cómo sabías mi nombre?" preguntó Benito sorprendido. "Yo sé muchas cosas sobre ti", respondió sonriendo Oboe. "He estado observándote desde hace mucho tiempo porque eres especial". Benito se sintió aún más emocionado por todo esto.
Nunca imaginó que tendría la oportunidad de conocer a un extraterrestre real. Oboe le explicó a Benito que venía de otro planeta llamado Obnitus donde todos los habitantes eran curiosos como él. Ellos viajaban por el universo en busca de aventuras y nuevos conocimientos.
"¿Y qué hacen en sus viajes?" preguntó Benito ansioso por saber más. "Descubrimos cosas nuevas, aprendemos de otras culturas y ayudamos a las personas que lo necesitan", respondió Oboe. "Me gustaría invitarte a unirte a nuestras aventuras".
Benito no podía creerlo, ¡iba a convertirse en un explorador espacial junto a su obni favorito! No perdió ni un segundo y aceptó la invitación de Oboe. Durante los siguientes meses, Benito y Oboe recorrieron el universo juntos.
Conocieron planetas con formas extrañas, criaturas únicas y paisajes increíbles. Cada día era una nueva aventura llena de sorpresas. Pero un día, mientras exploraban un planeta desconocido, se encontraron con unos seres tristes y desanimados.
Eran los habitantes del planeta Tristelandia, quienes habían perdido todas sus risas y alegría. Benito no pudo soportar verlos así y decidió hacer algo al respecto. Junto con Oboe, organizaron juegos divertidos para los habitantes de Tristelandia.
Poco a poco, las sonrisas volvieron a sus rostros y la alegría llenó nuevamente el planeta. Después de ayudar a Tristelandia, Benito se dio cuenta de que su misión era llevar felicidad allí donde fuera.
Decidió regresar a su pueblo natal para compartir todo lo que había aprendido con su familia y amigos. Cuando llegaron al pueblo, todos quedaron asombrados al ver al pequeño Benito llegar en un obni. Benito les contó todas sus increíbles aventuras y cómo había ayudado a Tristelandia a recuperar su alegría.
Desde ese día, Benito se convirtió en un ejemplo para todos los niños del pueblo.
Les enseñó que la curiosidad y el deseo de aprender pueden llevarnos a lugares maravillosos y que siempre podemos hacer pequeñas acciones para hacer feliz a alguien más. Y así, Benito siguió explorando el mundo con su obni favorito, llevando risas y alegría allá donde iba.
Porque él sabía que cada uno de nosotros tiene el poder de cambiar el mundo si nos atrevemos a soñar y a actuar.
FIN.