Benito y el Poder de la Amistad



En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y ríos brillantes, vivía un pollo niño llamado Benito Cruz. Benito era un pollito muy curioso, lleno de energía. Le encantaba explorar su entorno y hacer nuevos amigos. Nadie podía resistirse a su alegría y entusiasmo, pero había un pequeño problema: a Benito le daba miedo enojarse o pelear, incluso cuando alguien lo molestaba.

Un día, mientras picoteaba en el parque, conoció a una gallina llamada Berta. Berta era fuerte y decidida, y siempre defendía a sus amigos. "Hola, Benito, ¿qué hacés tan solito?"- preguntó Berta.

"Solo estoy mirando las flores. Son tan hermosas..."- respondió Benito con una sonrisa.

"¡Deberías jugar! A veces hay que ser un poco más atrevido"-, dijo Berta, animándolo.

Benito decidió unirse a Berta y juntos exploraban, corrían y se divertían. Un día, mientras jugaban a la pelota, un pato llamado Ramón se acercó. "¿Puedo jugar con ustedes?"- preguntó.

"Claro, pero ten cuidado, ¡porque soy muy rápido!"- exclamó Berta, haciendo reír a Benito.

Así, el trío se convirtió en inseparable. Jugaban todos los días, pero un día, mientras estaban jugando, Ramón accidentalmente pateó la pelota lejos. "¡Mirá lo que hiciste!"- gritó Berta, al ver que la pelota rodaba lejos.

"Fue un accidente"- respondió Ramón, visiblemente apenado. Pero en lugar de enojarse, Benito se acercó a Ramón. "No te preocupes, podemos buscarla juntos"- dijo. La disposición de Benito hizo que Berta se calmara.

Sin embargo, mientras buscaban la pelota, se toparon con un grupo de patos que estaban riéndose de Benito. "Mirá el pollito, siempre miedoso y con sus flores"- dijeron los patos burlonamente.

Benito sintió que su corazón se encogía, pero cuando miró a Berta y Ramón, pensó en lo que había aprendido de la amistad. "No me importa lo que digan, yo disfruto de ser quien soy"- dijo alzando un poco el vuelo.

"Eso es lo que importa, Benito. ¡Sigue siendo auténtico!"- lo animó Ramón. Berta añadió: "Los que se ríen no conocen la belleza de ser uno mismo"-.

Con esas palabras, Benito sintió que su confianza crecía. Sus amigos le enseñaron que a veces es necesario defender lo que uno es. Así que decidió hablar. "Ustedes no saben lo que es disfrutar de la vida, así que sigan con sus chistes. A mí no me afectan"-.

Los patos quedaron en silencio por un momento, sorprendidos por el valor de Benito. De repente, sintieron un poco de vergüenza. "Quizás no deberíamos haberte molestado. Lo sentimos"- dijeron con un tono bajo.

Benito sonrió y, en lugar de resentirse, agregó"Está bien, siempre hay lugar para cambiar. Pero síganme el juego, soy un buen compañero"-.

Luego de este episodio, el grupo de amigos siguió aprendiendo y creciendo. Benito se volvió un pollo más seguro de sí mismo y decidió organizar un gran juego de fútbol en el parque. Invitó a todos los animales del pueblo, inclusive a esos patos que antes lo molestaban.

El día del partido, todos llegaron emocionados. Benito tomó el balón y con su gran sonrisa les dijo: "Hoy vamos a jugar como amigos, sin importar lo que pasó antes"-.

El partido fue divertido y, a pesar de que algunos eran más rápidos o fuertes, la alegría de jugar juntos hizo que todos se sintieran bien. Al final del día, los patos se acercaron a Benito y le dijeron: "Fue un gran juego, y tienes razón. Ser uno mismo es lo más importante. Gracias por dejarnos ser parte"-.

Desde entonces, Benito no solo se volvió un gran amigo, sino también un ejemplo de valentía en su pequeño pueblo. Aprendió que ser auténtico y rodearse de buenos amigos es el verdadero poder. Juntos continuaron explorando, jugando y riendo, siempre apoyándose unos a otros.

Y así, Benito Cruz, el pollo niño, descubrió que con amistad y un poco de valentía, ¡podía hacer que su mundo fuera aún más hermoso!

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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