Benito y la travesía solidaria


Había una vez un venado llamado Benito que vivía en el hermoso bosque de la Patagonia Argentina. Benito era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Pero lo que más le gustaba hacer era comer.

Un día, mientras caminaba por el bosque, Benito se dio cuenta de que no había suficiente comida para todos los animales. Las plantas estaban secas y las frutas escaseaban.

Esto preocupó mucho a nuestro amigo venado, ya que sabía que si no encontraba algo para comer pronto, podría pasar hambre. Decidido a ayudar a sus amigos del bosque, Benito decidió ir en busca de comida en otros lugares.

Se adentró en el espeso bosque y se encontró con un conejo llamado Ramón. "Hola Ramón", dijo Benito con entusiasmo. "¿Sabes dónde podemos encontrar comida?"Ramón pensó por un momento y luego respondió: "He oído decir que hay un huerto cerca del pueblo humano donde hay muchas frutas deliciosas".

Los dos amigos decidieron ir juntos al huerto para buscar algo de comer. Pero cuando llegaron allí, se llevaron una gran sorpresa: el huerto estaba rodeado por una valla alta y fuerte.

"¡Oh no! ¿Cómo vamos a entrar?", exclamó Benito desanimado. Justo en ese momento apareció una zorra llamada Lola, quien había estado observando desde lejos. "No se preocupen chicos", dijo Lola astutamente. "Yo sé cómo entrar al huerto sin ser vistos".

Lola les explicó su plan: ella distraería al granjero humano mientras Benito y Ramón entraban sigilosamente al huerto para conseguir comida. Siguiendo el plan de Lola, los tres amigos se acercaron al huerto.

Mientras Lola llamaba la atención del granjero, Benito y Ramón se colaron dentro y comenzaron a comer todas las frutas que encontraban. Pero justo cuando estaban disfrutando de su festín, escucharon un ruido fuerte. Era el granjero que venía corriendo hacia ellos.

"¡Rápido, tenemos que salir de aquí!", exclamó Benito asustado. Los tres amigos salieron corriendo tan rápido como pudieron y lograron escapar del granjero enfadado. Se escondieron detrás de unos arbustos para recuperar el aliento. "Fue emocionante pero peligroso", dijo Ramón jadeando.

"No podemos robar comida de los humanos". Benito asintió con tristeza mientras reflexionaba sobre lo ocurrido. Se dio cuenta de que había sido egoísta al querer encontrar comida solo para él y sus amigos sin considerar las consecuencias.

Decidió regresar al bosque y buscar una solución más sostenible para todos los animales. Convocó a una reunión con todos los habitantes del bosque y propuso crear un jardín comunitario donde todos pudieran plantar sus propias frutas y verduras.

Todos estuvieron de acuerdo con la idea de Benito y trabajaron juntos para hacer realidad el jardín comunitario. Cada animal tenía su propio espacio para cultivar lo que quisiera, compartiendo así la responsabilidad de cuidarlo y cosecharlo en su momento adecuado.

Con el tiempo, el jardín comunitario floreció gracias al esfuerzo y cooperación de todos. Los animales del bosque tenían suficiente comida para sobrevivir y, además, habían aprendido que trabajar juntos era mucho más gratificante que buscar soluciones egoístas.

Desde entonces, Benito se convirtió en un líder respetado en el bosque y todos los animales lo admiraban por su inteligencia y generosidad. Y así, nuestro querido venado demostró que con empatía y trabajo en equipo, se pueden superar cualquier obstáculo.

Y colorín colorado, este cuento ha terminado.

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