Benito y la travesura valiente



Había una vez un oso perezoso llamado Benito, que vivía en lo profundo de la selva.

Benito era muy tranquilo y le encantaba pasar sus días acostado bajo la sombra de los árboles, disfrutando del sol y escuchando el suave canto de los pájaros. Un día soleado, mientras Benito estaba descansando, una pequeña hormiga llamada Anita se acercó sigilosamente. Anita era traviesa y siempre buscaba aventuras emocionantes.

Sin pensarlo dos veces, decidió jugarle una broma al oso perezoso. Con mucho cuidado, Anita se acercó a la orejita de Benito y le dio un pequeño piquete. El osito despertó sobresaltado y asustado por el dolor repentino en su oreja.

Sin saber qué había pasado, se levantó rápidamente y comenzó a correr sin rumbo fijo. "¡Ay! ¡Mi orejita!" gritaba Benito mientras corría por entre los árboles. La hormiguita Anita iba detrás de él riendo a carcajadas por su travesura exitosa.

Benito estaba tan asustado que no prestaba atención hacia dónde se dirigía. Corrió más rápido de lo que nunca antes había corrido en su vida hasta que finalmente tropezó con una rama caída y cayó al suelo con un gran estruendo.

Cuando abrió los ojos, vio a todos sus amigos animales reunidos alrededor de él: el conejo Mateo, la tortuga Tomasa y el pájaro Pablo estaban preocupados por su bienestar. "- ¿Estás bien, Benito?" preguntó Mateo con voz preocupada.

"- Sí, solo tengo un poco de miedo y dolor en mi orejita", respondió Benito mientras se frotaba la herida. Tomasa, la tortuga sabia, se acercó lentamente y dijo: "- Querido Benito, a veces las bromas pueden causar daño sin querer.

Pero no debes dejar que el miedo te controle. Es importante enfrentar nuestros temores y aprender de ellos". Benito reflexionó sobre las palabras de Tomasa y decidió que no permitiría que el susto lo dominara.

Se levantó valientemente y miró a Anita con determinación. "- Anita, sé que solo estabas jugando, pero lastimaste mi orejita. A partir de ahora, prometo ser más valiente y enfrentar mis miedos", dijo Benito con calma.

Anita se sintió culpable por su travesura y rápidamente se disculpó con el oso perezoso. Prometió nunca hacerle daño a nadie otra vez. Desde ese día en adelante, Benito dejó atrás su vida perezosa bajo los árboles.

Comenzó a explorar la selva junto a sus amigos animales, superando sus miedos uno por uno. Aprendió a trepar árboles como Pablo el pájaro, correr rápido como Mateo el conejo e incluso nadar como Tomasa la tortuga.

La amistad entre todos ellos creció aún más fuerte gracias al incidente de la hormiguita traviesa.

Y así fue como el oso perezoso Benito encontró una nueva pasión por la aventura y descubrió que, a pesar de sus miedos, podía ser valiente y enfrentar cualquier desafío que se le presentara en el camino. Y colorín colorado, esta historia ha terminado.

FIN.

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