Benja, Mei y el Árbol Mágico



En un hermoso jardín lleno de flores de colores y mariposas voladoras, vivían dos amigos inseparables: Benja, un nene de pelo claro, y Mei, una nena con cabello oscuro. Todos los días, después de la escuela, corrían al jardín para jugar y crear nuevas aventuras.

Un día soleado, mientras exploraban, encontraron un árbol gigante en el centro del jardín. Era diferente a todos los demás. Su tronco era ancho y fuerte, y sus hojas brillaban como si tuvieran magia.

"¡Mirá ese árbol!" - exclamó Benja con ojos brillantes.

"Sí, parece un árbol mágico. ¿Qué creés que puede hacer?" - respondió Mei, intrigada.

Decidieron acercarse y tocar el tronco. Justo en ese momento, el árbol comenzó a temblar y de sus ramas cayeron hojas doradas.

"¡Wow! ¿Viste eso?" - gritó Benja emocionado.

"¡Es increíble! ¿Qué habrá pasado?" - preguntó Mei, mirando las hojas con asombro.

De repente, una voz suave y profunda salió del árbol.

"Hola, pequeños amigos. Soy el Árbol Mágico. He visto su amistad y quiero probarla. Si logran unir sus fuerzas, les concederé un deseo."

Benja y Mei se miraron sorprendidos. ¿Qué significaba eso? Decidieron que debían hacer algo especial juntos para demostrar su amistad y pedir un deseo.

"¿Qué te gustaría desear?" - le preguntó Mei a Benja.

"¡Podríamos desear una aventura emocionante!" - sugirió él.

"¡Eso suena genial! Pero, ¿cómo probamos nuestra amistad?" - preguntó Mei, con dudas.

El árbol explicó:

"Deben sortear tres pruebas que pondrán a prueba su amistad. Si lo logran, su deseo se cumplirá."

Benja y Mei asintieron, decididos a demostrar su unida amistad. La primera prueba fue encontrar la flor más rara del jardín.

"Vamos a buscar en la colina. Me parece que ahí está la más hermosa." - dijo Mei con determinación.

"¡Buena idea! Compitamos un poco a ver quién la encuentra primero." - propuso Benja con una sonrisa.

Ambos corrieron, pero al llegar a la cima, se dieron cuenta de que la flor estaba a un lado, justo donde Benja había caído. Mei lo ayudó a levantarse.

"¡Sos un buen amigo! No voy a dejar que te lastimes sola." - dijo Mei. Juntos decidieron recoger la flor en lugar de competir, y así, completaron la primera prueba.

La segunda prueba consistía en construir una pequeña cabaña en el árbol usando ramas.

"Esto será fácil, ¡vamos a hacerlo juntos!" - exclamó Benja.

"Claro, ¡construyamos la mejor cabaña del mundo!" - rió Mei.

Mientras armaban la cabaña, se dieron cuenta de que, trabajando en equipo, eran mucho más fuertes que trabajando solos. Finalmente, la cabaña quedó hermosa y resistente, ¡brindó sombra en los días calurosos!

La tercera y última prueba era contar un secreto. Mei miró a Benja, algo nerviosa.

"Yo tengo uno, pero solo si vos decís el tuyo primero." - dijo ella.

"Está bien. Siempre quise ser como vos, porque creo que sos muy valiente." - confesó Benja.

"¿Tan fácil? Entonces, yo odio perder. Aunque lo intento, a veces me da miedo que no pueda ganar." - reveló Mei.

Ambos se rieron y comprendieron que sus miedos eran similares.

"Estamos en la misma página, ¡qué alivio!" - comentó Benja.

"Sí, eso nos hace más fuertes." - agregó Mei, sintiendo que su amistad era aún más especial.

Con las tres pruebas completadas, el Árbol Mágico volvió a hablar.

"Están listos para hacer su deseo. ¿Qué quieren pedir?"

"Queremos que nuestra amistad siempre se mantenga fuerte y llena de aventuras." - respondieron juntos.

De repente, el árbol comenzó a brillar intensamente, y una brisa suave envolvió a los amigos.

"Su deseo está concedido. Recuerden siempre que la verdadera amistad se encuentra en el apoyo y la alegría de compartir."

Desde ese día, Benja y Mei disfrutaron de su amistad, riendo y jugando, haciendo de cada día una nueva aventura. El árbol se convirtió en el guardián de sus momentos y siempre les recordaba lo valiosa que era su unión. Así, en su jardín, la magia de la amistad floreció por siempre.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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