Benja y su caballo Tormenta



En un pequeño pueblo de la Argentina, vivía un niño llamado Benja. Desde que tenía memoria, había soñado con tener un caballo, y su sueño se hizo realidad cuando su abuelo le regaló a Tormenta, un hermoso caballo de pelaje negro y brillante que corría tan rápido como el viento.

Un día, mientras Benja acariciaba a Tormenta en el corral, su amigo Pancho, un perro de gran energía y curiosidad, se acercó ansioso.

"¡Benja! ¡Benja! Vamos a dar una vuelta!" - ladró Pancho, moviendo su cola con emoción.

"¡Claro que sí, Pancho!" - respondió Benja "Hoy es un gran día para aventurarse."

Montando a Tormenta con una gran sonrisa, Benja y Pancho comenzaron su paseo. Se sintieron libres, surcando los campos dorados de trigo, las flores silvestres alrededor y sintiendo el viento en sus rostros.

Mientras exploraban, llegaron a un bosque misterioso donde la luz del sol apenas iluminaba el sendero. Pancho olfateó el aire y dio un saltito.

"¿Vamos a entrar, Benja?" - preguntó Pancho, un poco nervioso pero curioso.

"Sí, vamos a ser valientes. Pero hay que tener cuidado." - Benja ajustó las riendas de Tormenta, que también parecía un poco inquieto.

Mientras se adentraban en el bosque, oyeron un ruido extraño. Era un pequeño pajarito que había caído de su nido.

"¡Ay no! Tenemos que ayudarlo!" - exclamó Benja.

Pancho, entusiasmado, corrió hacia el pajarito y comenzó a ladrar suavemente para que no se asustara.

"Esperá, Pancho, hay que hacer esto con mucho cuidado. ¡Vamos a levantarlo!" - sugirió Benja mientras se acercaba al pajarito.

Con paciencia, Benja recogió al pajarito y lo colocó sobre su mano. Al verlo así, el pajarito dejó de temblar y comenzó a cantar alegremente.

"¡Mirá, Pancho! Está agradecido." - dijo Benja sonriendo, mientras miraba al pajarito que movía sus alas tratando de volver a volar. "Vamos a encontrar su nido."

Con el pajarito en mano, los tres amigos comenzaron a buscar. Corrieron entre los árboles, escuchando los trinos de otros pájaros. Finalmente, encontraron un árbol alto con un nido en la rama más alta.

"¡Allí está!" - gritó Benja. "¡Está justo allí!"

"¿Y cómo llegamos hasta ahí?" - preguntó Pancho mirando hacia arriba, sintiéndose un poco inseguro.

"Tendremos que hacer una cadena. Yo te pongo en mis hombros, y tú alcanzas el nido con el pajarito." - propuso Benja con determinación.

Benja se agachó para que Pancho pudiera subirse sobre su espalda y, con mucho cuidado, ayudó al pequeño pájaro a volar de nuevo a su hogar.

"¡Lo conseguimos!" - exclamó Benja, sintiéndose muy orgulloso.

De repente, una brisa suave pasó entre los árboles, y el pajarito los miró desde su nido antes de salir volando alegremente.

"¡Lo hicimos!" - ladró Pancho, ya mucho más emocionado. "¡Ahora tenemos que volver a casa antes de que se haga de noche!"

Benja montó a Tormenta, y juntos regresaron a su hogar, sintiendo que habían aprendido una valiosa lección sobre la amistad y la valentía.

Cuando llegaron, el sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, iluminando el cielo con hermosos tonos anaranjados.

"Hoy fue un gran día, Pancho. Nos atrevimos a ser valientes y ayudar a alguien en necesidad. Eso es lo que hace a un verdadero amigo." - dijo Benja abrazando a su perro.

"¡Sí! Pero la próxima vez, yo quiero hacer algo increíble también, como encontrar un tesoro. ¡Vamos a ser aventureros otra vez mañana!" - ladró Pancho, moviendo su cola furiosamente.

"¡Sin duda, Pancho! Cada día trae una nueva aventura, y yo siempre estaré listo con Tormenta y vos a mi lado." - sonrió Benja, y juntos se fueron a casa bajo el cielo estrellado, listos para más sorpresas mañana.

FIN.

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