Benjamin y el baile sin límites


Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Benjamin. Desde muy temprana edad, Benjamin descubrió su pasión por el malambo, una tradicional danza folklórica argentina.

Benjamin era un niño lleno de energía y siempre estaba en movimiento. Tenía dificultades para concentrarse en la escuela y a menudo se distraía con facilidad. Sus compañeros de clase no entendían por qué era tan inquieto, pero eso no detenía a Benjamin.

Un día, mientras caminaba por el centro del pueblo, vio un cartel que anunciaba una competencia de malambo infantil. Sus ojos se iluminaron y supo que tenía que participar. Sin embargo, había un problema: Benjamin tenía TDAH.

El TDAH hacía que a veces fuera difícil para él seguir las instrucciones y mantenerse enfocado durante mucho tiempo. Pero eso no impidió que Benjamin persiguiera su sueño de bailar malambo.

Decidido a aprender más sobre el malambo argentino, Benjamin buscó al maestro más reconocido del pueblo: Don Carlos. Don Carlos era un viejo bailarín legendario conocido por sus habilidades en el malambo. "-Hola Don Carlos", saludó tímidamente Benjamin. "-¡Hola joven! ¿En qué puedo ayudarte?", respondió amablemente Don Carlos.

"-He visto el anuncio de la competencia de malambo infantil y quiero participar", dijo Benjamin emocionado. Don Carlos sonrió y le preguntó: "-¿Y cómo puedo ayudarte yo?". "-Necesito tu ayuda para entrenarme", respondió decidido Benjamín.

Aunque al principio Don Carlos dudaba si podría enseñar a alguien con TDAH, finalmente decidió darle una oportunidad a Benjamin. Juntos comenzaron las lecciones de malambo. Al principio, Benjamin se distraía fácilmente y cometía muchos errores.

Pero Don Carlos nunca se rindió y siempre buscaba formas creativas de mantenerlo enfocado. Utilizaban música enérgica y ritmos acelerados para que la mente de Benjamin no se desviara. Poco a poco, Benjamin fue mejorando sus habilidades en el malambo.

Se esforzaba mucho en cada ensayo y practicaba incansablemente en su tiempo libre. A medida que avanzaba, su confianza crecía. Finalmente, llegó el día de la competencia de malambo infantil. El escenario estaba lleno de niños talentosos y nerviosos esperando su turno para mostrar sus habilidades.

Cuando llegó el momento de Benjamin, todos quedaron sorprendidos por su energía y destreza en el baile. Su pasión era evidente en cada movimiento que hacía sobre el escenario.

Aunque todavía tenía algunos momentos de distracción, logró superarlos rápidamente sin perder el ritmo. El público estalló en aplausos cuando Benjamin terminó su actuación. Había dejado todo en ese escenario y eso lo había notado cada persona presente. Aunque no ganó la competencia, eso no importaba para Benjamin.

Haber tenido la oportunidad de bailar frente a tanta gente ya era un gran logro para él. Después del evento, Don Carlos felicitó a Benjamin por su valentía y perseverancia.

"-Has demostrado que con determinación y pasión puedes superar cualquier obstáculo", dijo Don Carlos orgulloso. A partir de ese día, Benjamin se convirtió en una inspiración para otros niños con TDAH.

Comenzó a dar charlas en las escuelas sobre cómo encontrar su pasión y no dejar que nada los detenga. Benjamin demostró que el TDAH no era un impedimento para alcanzar sus sueños y que cada uno tiene su propia forma única de brillar.

Y así, Benjamin siguió bailando malambo, disfrutando cada minuto de su vida llena de energía y pasión.

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