Benjamín y el espejo mágico


Había una vez un bebé llamado Benjamín que vivía en una hermosa casa con sus papás. Benjamín era un bebé curioso y juguetón, le encantaba explorar su entorno y descubrir nuevas cosas cada día.

Un día, mientras jugaba en su habitación, Benjamín se acercó a un espejo grande que tenía en una de las paredes. Al ver su reflejo por primera vez, se asustó y empezó a llorar.

Pensaba que había alguien más en la habitación, alguien igual a él pero que no conocía. "¡Mamá, mamá! ¡Hay alguien aquí!" -gritaba Benjamín entre sollozos. Su mamá corrió hacia la habitación al escuchar los llantos de Benjamín y al verlo tan asustado, lo abrazó y trató de calmarlo.

"Tranquilo, mi amor. No hay nadie más aquí, solo eres tú", le dijo su mamá con ternura. Benjamín miraba el espejo con temor, sin entender qué estaba pasando.

Su mamá decidió tomarlo en brazos y llevarlo frente al espejo para mostrarle lo que realmente estaba viendo. "Mira, Benja. Ese soy yo", dijo su mamá señalando el reflejo en el espejo.

Benjamín observó atentamente y poco a poco fue comprendiendo que lo que veía era simplemente su propio reflejo. De repente, una sonrisa apareció en su rostro y sus ojos brillaron de emoción al darse cuenta de que aquel "otro bebé" era él mismo. Desde ese día, Benjamín ya no le tenía miedo al espejo.

De hecho, comenzó a jugar frente a él e incluso a hacer muecas graciosas para ver cómo se veían reflejadas en el cristal. Se sentía feliz de tener un amigo tan especial como su propio reflejo.

Con el tiempo, Benjamín aprendió a quererse tal como era y a disfrutar de la compañía de su amigo del espejo.

Descubrió que no hay nada de qué temer cuando nos enfrentamos a algo desconocido; muchas veces solo se trata de mirar las cosas desde otro ángulo para encontrar la belleza y la diversión en ellas. Y así fue como Benjamín vivió muchas aventuras junto a su amigo del espejo, aprendiendo importantes lecciones sobre autoaceptación y amistad en el camino.

Y aunque creciera y dejara atrás sus miedos infantiles, siempre recordaría aquel día especial en el que conoció a su amigo más fiel: él mismo.

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