Benjamin y los disfraces mágicos


Un día, Benjamin estaba jugando con sus amigos en el patio de su casa cuando decidió entrar a buscar un juguete. Pero al entrar a la casa, se detuvo frente a una puerta cerrada y comenzó a temblar.

- ¿Qué pasa, Benja? - preguntó su mamá al verlo parado allí. - No quiero ir ahí adentro - respondió él señalando la puerta. - ¿Por qué no quieres entrar? - preguntó su mamá preocupada.

- Porque hay nadie ahí adentro y me da miedo estar solo - dijo Benjamin con lágrimas en los ojos.

Su mamá entendió que era un miedo común en muchos niños pequeños, pero también sabía que debía ayudarlo a superarlo para que no le afectara más adelante. Entonces, decidió hacer algo especial por él. Esa noche, después de cenar, su mamá lo llevó al cuarto de juegos y le mostró una caja grande llena de disfraces y pelucas.

- ¿Qué es esto? - preguntó Benjamin emocionado. - Es nuestro juego secreto para superar tus miedos - respondió ella sonriendo-. Vamos a jugar a ser diferentes personajes juntos y así aprenderás que nunca estás realmente solo porque siempre tienes tu imaginación contigo.

Benjamin se puso una peluca rosa brillante y una capa roja mientras su mamá se disfrazaba de pirata con un parche en el ojo.

Juntos exploraron cada rincón del cuarto de juegos mientras inventaban historias increíbles sobre princesas valientes luchando contra dragones malvados. Poco a poco, Benjamin empezó a sentirse más seguro y menos asustado de estar solo. - ¿Quieres intentar entrar a la habitación que te daba miedo antes? - preguntó su mamá después de un rato.

Benjamin asintió con determinación. Juntos, caminaron hacia la puerta cerrada y la abrieron lentamente.

Al principio, se sintió nervioso cuando vio que no había nadie allí, pero luego comenzó a imaginarse una aventura en la que era un explorador buscando tesoros ocultos. - ¡Mira mamá! - exclamó Benjamin emocionado-. ¡Encontré un tesoro escondido detrás del sofá! Su mamá sonrió mientras lo veía jugar felizmente en el cuarto.

Sabía que todavía habrían momentos en los que se sentiría asustado o solo, pero ahora tenía una herramienta poderosa para enfrentar sus miedos: su propia imaginación. Desde ese día, Benjamin aprendió a disfrutar de su tiempo a solas y nunca volvió a tener tanto miedo como antes.

Él sabía que siempre podía encontrar compañeros imaginarios para hacerle compañía si se sentía solo y eso lo hacía sentir muy valiente y fuerte.

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