Benjamin y su granja de sueños


Había una vez un niño llamado Benjamín que vivía en una pequeña granja en el campo. Benjamín amaba a los animales y soñaba con tener su propia granja algún día.

Un día, mientras ayudaba a su abuelo a cuidar de los animales, Benjamín tuvo una idea brillante. Se acercó a su abuelo y le dijo: "¡Abuelo, quiero tener mi propia granja! ¿Crees que podríamos hacerlo juntos?"El abuelo sonrió y asintió. "Claro que sí, Benjamín", respondió.

"Será un proyecto maravilloso para ti". Así comenzó la aventura de Benjamin y su granja. Juntos, trabajaron duro para preparar el terreno y construir los establos para los animales.

Benjamin aprendió cómo sembrar semillas y cultivar vegetales en el huerto. Una mañana soleada, Benjamin se despertó emocionado porque era el día en que traerían los primeros animales a la granja. Corrió hacia el establo con entusiasmo mientras su abuelo lo seguía lentamente.

Al llegar al establo, Benjamin se detuvo sorprendido al ver algo inesperado: ¡no había ningún animal allí! Miró confundido a su abuelo y preguntó: "-Abuelo, ¿dónde están los animales?". El abuelo sonrió misteriosamente y dijo: "-Benjamin, hoy aprenderás una valiosa lección sobre la paciencia".

Y sin decir más palabras, se dirigió hacia afuera del establo seguido por Benjamin. Juntos caminaron hasta un prado cercano donde pastaban algunas vacas.

Benjamin estaba emocionado, pero su abuelo lo detuvo y le dijo: "-Benjamin, antes de tener animales en tu granja, debemos aprender a cuidarlos y respetarlos". El abuelo enseñó a Benjamin cómo acercarse a las vacas sin asustarlas. Aprendieron sobre su alimentación y cómo ordeñarlas correctamente.

Benjamin se dio cuenta de que tener una granja no solo era divertido, sino también un gran compromiso.

Después de varios meses de aprender sobre los animales y el trabajo duro en la granja, finalmente llegó el día en que trajeron los primeros animales al establo de Benjamin. Benjamin estaba lleno de alegría mientras ayudaba a su abuelo a cuidar de ellos. Alimentaba a los cerdos, daba paseos con las cabras y cepillaba el pelaje sedoso de las ovejas.

Pero un día, cuando Benjamin fue al establo por la mañana, notó algo extraño. Una puerta del establo estaba abierta y algunos animales habían escapado. Entristecido, corrió hacia afuera para buscarlos junto con su abuelo.

Después de horas buscando por todo el campo, encontraron a todos los animales perdidos excepto uno: una gallina llamada Carmencita que había sido la primera mascota que Benjamín tuvo cuando era pequeño. Benjamin estaba desesperado porque amaba mucho a Carmencita.

El abuelo lo miró comprensivamente y le dijo: "-No te preocupes, Benjamin. No podemos rendirnos". Juntos siguieron buscando hasta que finalmente encontraron a Carmencita escondida bajo un arbusto. Benjamin abrazó a la gallina con alivio y agradecimiento.

Aprendió que en la granja, como en la vida, a veces las cosas se ponen difíciles, pero nunca debemos rendirnos. A medida que Benjamin crecía y su granja prosperaba, aprendió muchas lecciones importantes sobre el trabajo duro, la paciencia y el amor por los animales.

Su granja se convirtió en un lugar donde todos eran bienvenidos: niños de la ciudad podían visitarla para aprender sobre los animales y disfrutar de la naturaleza.

Benjamín había logrado su sueño de tener una granja propia gracias al apoyo y sabiduría de su abuelo. Y cada día, mientras caminaba por su granja rodeado de sus queridos animales, Benjamín sabía que no había nada más hermoso que ver cómo sus sueños se hacían realidad.

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