Bernabé el egoísta aprende a compartir
Bernabé era un chimpancé muy egoísta. Siempre quería lo mejor para él y no le importaba si sus amigos se quedaban sin nada.
Un día, mientras caminaba por el bosque tropical, vio que su amigo Mono tenía una fruta deliciosa en la mano. "¡Qué rica fruta tienes! ¿Me das un pedacito?" - preguntó Bernabé con una sonrisa. "Lo siento, Bernabé, solo tengo esta fruta y es mi almuerzo" - respondió Mono con tristeza.
Pero Bernabé no aceptó un —"no" por respuesta. Saltó sobre Mono y le arrebató la fruta de las manos. Se fue corriendo a comerla en solitario mientras oía los gritos de desesperación de su amigo.
Bernabé estaba disfrutando mucho su comida cuando se encontró con otros animales del bosque: Jirafa, Elefante y León. "¿Qué tal tu día, Bernabé?" - preguntó Jirafa amablemente. "Muy bien, gracias.
Me acabo de comer una deliciosa fruta que le quité a Mono" - respondió Bernabé con orgullo. Los otros animales se quedaron sorprendidos al escuchar eso. No podían creer que alguien pudiera ser tan egoísta como para robarle la comida a un amigo.
"Bernabé, eso no está bien" - dijo Elefante con tristeza en su voz. "Sí, deberías haber compartido tu comida con Mono en lugar de quitarle la suya" - agregó León con firmeza en sus palabras. Bernabé se sintió incómodo al escuchar eso.
Nunca había pensado en las consecuencias de sus acciones egoístas. Pero en lugar de disculparse, decidió seguir adelante y hacer lo que quisiera. Esa noche, mientras dormía en su árbol favorito, Bernabé tuvo un sueño extraño.
Vio a Mono triste y solo, sin comida ni amigos que lo acompañaran. Se despertó con un sobresalto y se dio cuenta de que no quería ser ese tipo de persona.
Al día siguiente, Bernabé buscó a Mono para disculparse por su comportamiento egoísta. "Lo siento mucho por haberte quitado la fruta ayer. No fue justo ni amable de mi parte" - dijo Bernabé con sinceridad. Mono aceptó las disculpas y los dos animales compartieron una deliciosa fruta juntos.
Desde entonces, Bernabé aprendió la lección más importante de su vida: compartir es bueno para el corazón y el alma.
Bernabé empezó a compartir todo lo que tenía con sus amigos del bosque tropical: comida, agua e incluso juguetes que encontraba en el camino. Todos notaron el cambio positivo en él y comenzaron a tratarlo mejor también. Un día mientras caminaban juntos por el bosque tropical, se encontraron con un grupo de chimpancés nuevos que habían llegado al área.
"Hola chicos! ¿Cómo están?" - saludó Bernabé amistosamente. Pero los otros chimpancés no eran tan amables como él esperaba... Continuará...
FIN.