Bernardo y el Poder de los Deberes
Había una vez un niño llamado Bernardo que vivía en un pequeño pueblo lleno de flores y risas. Desde muy temprano, su sueño era convertirse en Superman, el héroe que volaba por los cielos y ayudaba a todos. Sin embargo, en lugar de salir a volar, cada día se enfrentaba a la dura realidad de los deberes escolares.
Un día, después de terminar sus tareas, Bernardo decidió que era momento de poner a prueba su valentía. "¡Voy a hacer una buena acción!" - exclamó. Su primer intento de ser un héroe fue ayudar a su hermana, Celia. "¿Qué necesitás, Celia?" - le preguntó con entusiasmo. "Necesito que me alcances el libro que está en la estantería alta", respondió ella. Bernardo estiró su mano, pero el libro estaba demasiado alto.
"¡No te puedo ayudar!", se quejó. "No soy Superman, no puedo volar". Pero entonces, recordó que había una escalera en el patio. "¡Ya sé!" - dijo Bernardo, y fue a buscarla. Usando la escalera, logró alcanzar el libro y dárselo a su hermana. "¡Gracias, Bernardo! Eres un verdadero héroe" - dijo Celia, sonriendo.
Al día siguiente, mientras hacía los deberes, escuchó un llanto afuera. Era su vecino Martín, que había perdido su pelota en un árbol. "¡Bernardo, ayúdame!" - gritó Martín, desesperado. Bernardo sintió un nudo en el estómago. "Pero no sé trepar árboles..." - lamentó. Pero recordó la vez que su padre le había enseñado cómo hacerlo.
"¡Voy a intentarlo!" - decidió, y rápidamente corrió hacia el árbol. Con gran esfuerzo, logró llegar a la rama y recuperar la pelota. "¡Lo logré!" - exclamó mientras bajaba. Martín lo abrazó fuertemente. "Eres el mejor!" - dijo Martín, con una gran sonrisa.
Bernardo estaba muy feliz, pero había algo más que lo preocupaba: sus deberes. Sabía que tenía que hacerlos, pero no quería dejar de ayudar a los demás. Así que, hizo un plan. "Voy a organizarme mejor" - se dijo.
Esa tarde, mientras hacía su tarea, se dio cuenta de que podía ser un héroe en el aula también. Empezó a ayudar a sus compañeros con los deberes que se les hacían difíciles. "Si alguien necesita ayuda, ¡solo tienen que decirlo!" - anunció, guiándolos en sus tareas.
Al poco tiempo, Bernardo se convirtió en el estudiante más querido de la clase. Todos comenzaban a verlo como su salvador, el chico que siempre estaba dispuesto a ayudar. Un día, su maestra, la señorita Elena, lo llamó al pizarrón. "Bernardo, quiero que sepas que estoy muy orgullosa de ti. Has demostrado que el verdadero poder no está en los superhéroes de los cómics, sino en aquellos que ayudan a los demás a diario".
Bernardo se sonrojó. "¡Gracias, señorita!" - dijo, sintiendo que en su pecho crecía un gran orgullo. Aprendió que no necesitaba volar para ser un héroe. Después de eso, su vida se llena de buenos actos.
Sin embargo, un día, la lluvia comenzó a caer con gran fuerza en el pueblo. Todos estaban preocupados por una posible inundación. Bernardo y sus amigos decidieron que era hora de actuar. "¡Vamos a ayudar a los vecinos a proteger sus casas!" - propuso Bernardo, y todos asintieron.
En equipo, trabajaron sin parar, colocando bolsas de arena y ayudando a las familias a resguardar sus pertenencias. Al final de la tarde, todos estaban empapados, pero felices. Cuando la lluvia cesó, el pueblo se unió para agradecer a los chicos.
"Sin ustedes, no sé qué hubiéramos hecho", dijo el señor Gómez, un vecino anciano. "Son verdaderos héroes". Bernardo se sintió más que feliz. Esa noche, mientras se preparaba para dormir, recordó todas las buenas acciones que había hecho.
"Hoy descubrí que todos podemos ser héroes, solo necesitamos ganas y un poco de organización" - pensó, cerrando los ojos.
Y así, Bernardo siguió ayudando a su familia, amigos y vecinos, entendiendo que el verdadero poder de un héroe reside no en volar, sino en tener un gran corazón y realizar sus deberes con amor y dedicación. Prometió seguir siendo un héroe no solo en acciones, sino también cumpliendo con sus responsabilidades. Y en su pueblo, siempre fue recordado como el niño que ayudaba a todos, el verdadero Superman, aunque nunca volara por los cielos.
FIN.