Berni y la Montaña de Arena



Había una vez un hermoso bebé llamado Berni, que vivía en la ciudad de Buenos Aires junto a sus papás. Un día, decidieron hacer un viaje a la playa de Maitencillo para disfrutar del sol y el mar.

Cuando llegaron a la playa, Berni se emocionó mucho al ver toda esa arena blanca y suave. Sin pensarlo dos veces, se lanzó hacia ella con sus pequeñas manitas y comenzó a jugar.

"Mira mamá, mira papá", exclamaba Berni con alegría mientras agarraba puñados de arena y los dejaba caer entre sus dedos. Sus papás sonreían al ver lo feliz que estaba.

Berni se divertía tanto jugando en la arena que no se daba cuenta de lo rápido que pasaban las horas. De repente, una ráfaga de viento fuerte sopló y levantó mucha arena en el aire. Los padres trataron de cubrirse los ojos para protegerlos del viento y buscaron a Berni desesperadamente.

"¡Berni! ¡Berni! ¿Dónde estás?", gritaban angustiados. Pero no podían encontrarlo por ningún lado. La preocupación invadió sus corazones mientras buscaban incansablemente a su pequeño bebé.

Después de unos minutos eternos, escucharon un llanto proveniente debajo de una montaña de arena que había formado el viento. Rápidamente corrieron hacia allí y comenzaron a removerla con todas sus fuerzas hasta que finalmente encontraron a Berni, sucio pero ileso. "¡Mi bebé!", exclamó su mamá abrazándolo con fuerza.

Berni, aunque asustado, se calmó al sentir el amor y la seguridad de sus papás. A partir de ese momento, Berni aprendió una importante lección. Aunque jugar en la arena es muy divertido, también puede ser peligroso si no se tiene cuidado.

Sus papás le enseñaron a nunca alejarse demasiado y siempre estar cerca de ellos para que pudieran protegerlo. Cada vez que iban a la playa, Berni recordaba esa experiencia y jugaba bajo la atenta mirada de sus papás.

Disfrutaba del sol, construía castillos de arena junto a su mamá y su papá, y siempre estaba seguro.

Y así, Berni creció sabiendo que la diversión está en todas partes pero también aprendió sobre los límites y el cuidado necesario para disfrutarla plenamente. Y cada vez que veía una montaña de arena o sentía el viento soplar fuerte en la playa de Maitencillo, recordaba aquel día en el que fue rescatado por el amor incondicional de sus papás.

FIN.

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