Beso en La Boca
Era un hermoso día en Buenos Aires. El sol brillaba y el aire estaba lleno de sonrisas. Belen y Justo, dos amigos inseparables, decidieron ir a pasear al famoso barrio de La Boca. El colorido paisaje y el murmullo de la gente les llenaban de alegría.
"¡Mirá esos colores, Justo!" - exclamó Belen, asombrada por las casas pintadas de todos los tonos imaginables.
"Es impresionante, Belu. Nunca me canso de ver esto" - respondió Justo, sonriendo.
Mientras recorrían las calles, se encontraron con un grupo de bailarines de tango. La música los envolvía y, sin pensarlo dos veces, Belen se unió a ellos.
"¡Bailá conmigo, Justo!" - gritó alegremente.
"No sé, Belu. No soy buen bailarín" - titubeó Justo.
"¡No importa, vení! La magia del tango se siente en el corazón. Solo hay que dejarse llevar" - lo animó Belen.
Y así, entre risas y pasos torpes, Justo se lanzó a bailar junto a su amiga. La gente los aplaudía y ellos se sentían muy felices.
Después de un rato, cansados pero contentos, decidieron descansar en una plaza. Se sentaron bajo un árbol frondoso.
"¿Te das cuenta de lo divertido que fue?" - dijo Belen, aún emocionada.
"¡Sí! Nunca pensé que me gustaría tanto bailar" - confesó Justo.
En ese momento, Justo miró a Belen y sintió que su corazón latía más rápido. La belleza del día y la alegría del momento lo impulsaron a acercarse un poco más.
"Belu, tengo algo que decirte..." - comenzó, nervioso.
"¿Qué es?" - preguntó Belen, con curiosidad.
"Hoy me di cuenta de lo mucho que significás para mí. Eres más que una amiga..." - Justo se detuvo, buscando las palabras adecuadas.
Belen lo miró a los ojos.
"Yo también siento algo especial por vos, Justo" - respondió, sonrojándose.
Entonces, el mundo pareció detenerse. En ese rincón de La Boca, lleno de colores y música, Justo decidió que era el momento perfecto.
Se inclinó lentamente y, alas de emoción, Belen hizo lo mismo. Se dieron un beso dulce y ligero en la boca, como si fuera un pacto de amistad y amor que nunca olvidarían.
"¡Guau, eso fue mágico!" - exclamó Belen, con una sonrisa que iluminaba su rostro.
"Sí, fue como un tango perfecto" - bromeó Justo, aliviando la tensión del momento.
Pero justo cuando todo parecía perfecto, empezaron a escuchar un estruendo. Un grupo de niños estaba jugando con una pelota que se les había escapado y se dirigía directo hacia ellos.
"¡Cuidado!" - gritaron al unísono, matando la risa.
La pelota pasó entre ellos y, aunque tuvieron un susto, comenzaron a reír.
"¡Vamos a jugar con ellos!" - sugirió Belen, llena de energía.
"Sí, pero prometeme que después seguiremos bailando" - dijo Justo, divertido.
Y así, entre juegos, risas y más bailes, el día terminó siendo uno de los más inolvidables. Belen y Justo aprendieron que a veces, los momentos más simples pueden resultar en lo más mágico de la vida. Y que, aunque las sorpresas nunca falten, lo importante es disfrutar junto a quienes uno quiere.
En la ciudad vibrante de Buenos Aires, entre colores y música, Belen y Justo habían dado un paso más en su relación, un paso que siempre recordarían y que inspiraría a otros a valorar la amistad y el amor.
FIN.