Beto, la Jirafa que Aprendió a Brillar
Había una vez, en la sabana africana, una pequeña jirafa llamada Beto. Beto era un poco más bajo que su amigo Kay, lo que lo hacía sentir inseguro sobre sus habilidades. Cada vez que veía a Kay correr rápido, saltar alto y alcanzar las hojas más verdes y frescas, un nudo en su estómago se hacía presente.
Un día, mientras Beto y Kay paseaban por la sabana, Beto suspiró y expresó su inseguridad.
"Kay, ¿por qué soy tan torpe? Nunca puedo hacer las cosas como vos."
Kay, siempre optimista, sonrió y le respondió:
"Beto, todos somos diferentes. Mirá, vos puedes hacer cosas increíbles que yo no puedo."
Beto frunció el ceño confuso.
"¿Cómo cuáles?"
Kay le explicó:
"Tienes un cuello largo que te permite ver más lejos y encontrar agua cuando hace calor. Cuando las hojas están muy altas, tu altura te ayuda a alcanzarlas. Y además, tenés una memoria increíble. Ayer, te acordaste del lugar donde encontramos el charco. Yo ni siquiera lo recuerdo."
Beto se sintió un poco mejor, pero aún no estaba convencido. Decidió no compararse más con Kay y enfocarse en lo que él podía hacer mejor. Así, un par de días después, mientras exploraban la sabana, vieron a un grupo de animales reunidos con una mirada preocupada. Se acercaron y descubrieron que una pequeña cebra se había perdido.
Beto alzó su cuello para observar mejor.
"¿Qué pasó?"
Un búfalo respondió:
"La pequeña cebra se alejó y no podemos encontrarla. Nadie puede ver a través de la maleza tan bien como tú, Beto."
Beto, sintiéndose valiente, dijo:
"¡No se preocupen! Yo puedo ayudar."
Guiado por su gran altura, Beto comenzó a buscar entre los arbustos. Al poco tiempo, avistó a la cebra atrapada en un lugar complicado, intentando regresar al grupo.
"¡Acá estoy!"
Con mucha delicadeza, Beto le habló a la cebra:
"No te preocupes, ven, te ayudaré a volver. Solo sigue mi voz."
La pequeña cebra, confiada, siguió las instrucciones de Beto. Con su ayuda, logró salir de la maleza y regresar a sus amigos.
Todos los animales aplaudieron con alegría, y la cebra le dio las gracias a Beto.
"Gracias, Beto. ¡Eres un héroe!"
Beto se sintió enorme, como si estuviera en la cima de una montaña. Ni siquiera pensó en lo que Kay podía hacer. En ese momento, entendió que cada uno de ellos tenía su propio conjunto de habilidades únicas.
Cuando ya estaban a solas, Kay le dijo:
"Ves, Beto. Vos tenés algo que yo no tengo: la capacidad de ayudar a otros con tu perspectiva. Me siento orgulloso de ser tu amigo."
A partir de ese día, Beto dejó de compararse con Kay. Comenzó a valorar sus propias habilidades y a encontrar alegría en lo que podía ofrecer. Se convirtió en un referente en la sabana, ayudando a otros animales cuando lo necesitaban.
Beto aprendió que, aunque no siempre puede ser el más rápido o el más alto, su manera de ser era única y especial.
Y así, la pequeña jirafa que se sentía insegura, encontró su lugar en el mundo y se sintió feliz de ser quien era, recordando siempre que todos tenemos algo valioso que aportar.
Fin.
FIN.