Bianca Bruna y el Bosque de los Sueños



Era un día soleado en la ciudad de Buenos Aires. Bianca Bruna, una niña curiosa de nueve años, miraba por la ventana de su habitación. Su mejor amiga, Julieta, una amante de las aventuras, había llegado para jugar.

- ¡Hola, Bianca! ¿Estás lista para nuestra nueva aventura? - preguntó Julieta emocionada.

- ¡Sí! ¿A dónde vamos hoy? - respondió Bianca, sintiendo la emoción burbujear en su interior.

Julieta había escuchado rumores sobre un misterioso "Bosque de los Sueños" donde los árboles susurraban secretos y los animales podían hablar. Decididas a descubrirlo, las dos amigas se pusieron sus mochilas y se hicieron promesas sobre cómo colaborarían y cuidarse mutuamente en su búsqueda.

Mientras caminaban por el jardín de la casa de Bianca, encontraron una vieja y polvorienta brújula.

- ¿Te imaginas si esto nos lleva al bosque? - dijo Bianca.

- ¡Sí! ¡Vamos a seguirla! - exclamó Julieta.

La brújula parecía tener vida propia y las guiaba por senderos que nunca habían visto. Tras un rato, llegaron a una entrada cubierta de ramas y flores. Con solo un paso, se encontraron en el Bosque de los Sueños. Los árboles eran altos y sus hojas brillaban con colores que nunca habían visto.

- ¡Mirá las flores! - gritó Julieta, mientras recogía una muy hermosa.

De repente, un pequeño conejo blanco con un reloj se acercó a ellas.

- ¡Hola, amigas! ¡Bienvenidas al Bosque de los Sueños! Soy Rocco, el conejo viajero - dijo el conejo con una voz suave.

- ¡Hola! - respondieron las chicas al unísono.

- ¿Pueden ayudarme? He perdido mi reloj mágico, y sin él, el bosque no puede soñar - les explicó Rocco, con tristeza en su mirada.

- ¡Por supuesto! Te ayudaremos, Rocco - se ofreció Bianca, decidida a hacer una buena acción.

Las tres amigos comenzaron su búsqueda, atravesando ríos y cruzando puentes de flores. A lo largo de su camino, se encontraron con un búho sabio.

- ¿Qué buscan, jóvenes aventureras? - preguntó el búho.

- Estamos buscando el reloj mágico de Rocco - respondió Julieta.

- En una cueva, hacia el este, hay un lugar donde a veces se esconden los relojes perdidos. Pero cuidado, hay que ser valientes y astutas - explicó el búho, luego voló hacia su árbol.

Las chicas siguieron el consejo del búho y se dirigieron hacia la cueva. Cuando llegaron, encontraron sombras extrañas dibujadas en las paredes.

- ¿Y si lo que hay adentro es más de lo que pensamos? - murmuró Bianca, algo asustada.

- ¡No podemos rendirnos! - dijo Julieta, con determinación, tomando la mano de Bianca.

Dentro de la cueva, el eco de sus pasos resonaba, y de repente, se encontraron cara a cara con un enorme dragón de escamas doradas.

- ¿Quiénes son ustedes y qué hacen aquí? - preguntó el dragón, con una voz profunda.

- ¡Hola! Somos Bianca y Julieta, y estamos aquí para ayudar a Rocco - respondió Julieta, tratando de mantener la calma.

- Rocco es un buen amigo, pero yo guardo su reloj y solo será devuelto a quienes demuestren el verdadero sentido de la amistad - dijo el dragón.

Ambas amigas se miraron y, al instante, comprendieron.

- La amistad se trata de apoyarnos mutuamente - dijo Bianca.

- ¡Y de ser valientes y honestas! - agregó Julieta, sintiendo cómo su corazón latía más rápido.

El dragón sonrió, impresionado por su respuesta.

- Ustedes sí saben de la verdadera amistad. Aquí está el reloj, cuídenlo y devuélvanlo a Rocco - dijo el dragón, mientras les entregaba el brillante reloj mágico.

Las chicas se despidieron del dragón y regresaron al bosque. Rocco estaba ansioso, y cuando vieron su expresión de alegría, ambas sonrieron.

- ¡Rocco, aquí está tu reloj! - gritaron juntas. El conejo brilló de felicidad.

- ¡Gracias, gracias! ¡Ahora el bosque podrá soñar otra vez! - dijo Rocco, girando el reloj mientras los árboles comenzaban a moverse al ritmo de un suave viento.

- Siempre que necesites ayuda, aquí estaremos - prometieron las amigas.

Esa tarde, el Bosque de los Sueños se llenó de colores y melodías. Bianca y Julieta aprendieron que la amistad y la valentía son la clave para enfrentar cualquier aventura.

Con el tiempo, Rocco, el dragón y las chicas se hicieron amigos inseparables y juntos, exploraron más maravillas del bosque, compartiendo sueños y risas, descubriendo que el verdadero tesoro era la amistad que había crecido entre ellos.

Y así, Bianca Bruna y Julieta no solo encontraron el Bosque de los Sueños, sino también un sinfín de aventuras que jamás olvidarían.

FIN.

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