Bianca, la Sirena de la Playa



Era un día caluroso de verano, y yo disfrutaba de la brisa del mar en una hermosa playa. Las olas susurraban en la orilla y la arena se sentía tibia bajo mis pies.

De repente, mientras estaba sentado en una roca, algo brillante llamó mi atención en el agua. ¡Era una sirena! Con su larga cola escamosa de un azul profundo y su cabello dorado que brillaba al sol, se acercó a la orilla.

-Hola, ¡soy Bianca! -dijo con una sonrisa radiante. -¿Quién eres? -pregunté, sorprendido y emocionado. -Soy una sirena que vive en estas aguas. A veces me gusta salir a la superficie para conocer a los humanos -respondió. -¿De verdad? Eso es increíble.

-Sí, pero debo advertirte que en el fondo del mar hay muchos secretos que no conoces. -dijo Bianca con un brillo travieso en sus ojos. De repente, vi un grupo de delfines que saltaban alegremente a lo lejos. -¡Mirá! -exclamé.

-¡Los delfines son mis amigos! -dijo Bianca emocionada. -¿Podrías presentármelos? -pregunté, llena de entusiasmo. Bianca asintió. Juntas nadamos hacia donde estaban los delfines. -¡Hola, amigos! -gritó Bianca. Los delfines se acercaron rápidamente, dando vueltas y saltando en círculos a nuestro alrededor.

-¡Ella es mi nueva amiga! -anunció Bianca. Uno de los delfines, con una sonrisa traviesa, dijo: -¡Hola! Soy Nubo. ¿Quieres jugar? Entonces, comenzamos un emocionante juego. Los delfines hacían piruetas en el aire mientras yo intentaba seguir el ritmo.

Era tan divertido que olvidé por completo el tiempo. Pero al ver la posición del sol, me di cuenta de que había pasado toda la tarde en el agua. -Bianca, tengo que irme. Mi familia debe estar preocupada. -dije mientras me despedía de los delfines.

-¡No te vayas! -exclamó Bianca, triste. -Prometeme que volverás. -Te lo prometo. Me encantaría volver a verte. -respondí con una sonrisa. A medida que regresaba a la playa, sentí que algo dentro mío había cambiado.

Había aprendido que la amistad no conoce límites y que a veces, los seres más extraordinarios pueden ser quienes menos esperamos.

Así fue como cada vez que volvía a la playa, siempre miraba hacia el mar, buscando avistamientos de mi amiga Bianca y sus divertidos amigos delfines. Pasaron los días y un día, mientras jugaba con construcciones de arena, vi una burbuja que subía a la superficie. Sin pensarlo, corrí hacia el agua.

Cuando la burbuja estalló, una pequeña estrella de mar apareció en la orilla. -¡Bianca, eres tú! -grité, emocionada. -Hola, amiga. Traigo un regalo. -me dijo con una sonrisa. Aquella estrella de mar estaba llena de colores brillantes. -¿Puedo quedármela? -pregunté curiosa.

-Sí, pero recuerda que es importante cuidar el mar y a todos sus habitantes. La estrella de mar es un símbolo de nuestra amistad. Solo vuelve a la playa, y podrá volver al mar cuando la necesites. -prometió Bianca.

Desde entonces, cada vez que veía la estrella de mar, recordaba que cuidar del ambiente era tan importante como cuidar de los amigos. Aquel verano se transformó en un tiempo lleno de risas, juegos y músculos oceanográficos.

Descubrí mucho sobre la vida marina y siempre volvía a la playa, no solo para buscar a Bianca, sino para aprender más sobre la naturaleza y lo que debemos hacer para protegerla.

Pasaron los años, y cada vez que veía a un delfín o una sirena, sonreía recordando la increíble aventura que había vivido con Bianca. ¡Y lo más mágico de todo es que, aunque eramos diferentes, nuestra amistad hacía que el mundo fuera un lugar mejor! 'Siempre cuida el mar', decía Bianca en mi mente.

Y así, cada vez que un niño o una niña visitaba la playa, se aseguraba de no dejar nada en la arena y de cuidar a los animales que veían. ¡De esta manera, la sabiduría de una sirena nunca se olvidó!

FIN.

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