Bianca y el unicornio del corazón bondadoso
Bianca era una niña muy especial. Desde que abría los ojos por la mañana hasta que se dormía por la noche, su mente estaba llena de colores brillantes y fantasías encantadoras.
Le gustaba jugar con sus muñecas, disfrazarse de princesa y crear mundos mágicos en su imaginación. Un día, mientras caminaba por el bosque cercano a su casa, Bianca descubrió algo sorprendente.
En un claro del bosque había un unicornio blanco como la nieve, con una larga crin plateada y un cuerno dorado en la frente. Bianca no podía creer lo que estaba viendo. Había leído sobre unicornios en sus cuentos favoritos, pero nunca había pensado que uno pudiera ser real.
Sin pensarlo dos veces, corrió hacia el animal para acariciarlo. "¡Hola! ¿Eres un verdadero unicornio?", preguntó Bianca emocionada. El unicornio asintió con suavidad. "¡Es increíble! Me llamo Bianca y tengo 4 años", dijo ella sonriendo ampliamente.
El unicornio pareció entenderla y movió su cabeza hacia arriba y abajo como si estuviera saludándola. Bianca pasó todo el día jugando con el unicornio en el bosque. Juntos exploraron lugares secretos, saltaron sobre charcos de agua cristalina y comieron frutas silvestres deliciosas.
"¿Sabes? Siempre quise ser una princesa como las de mis cuentos", confesó Bianca mientras recostaba su cabeza contra la crin del unicornio. El animal volvió a mover la cabeza hacia arriba y abajo, como si quisiera decirle algo. "Pero no sé cómo hacerlo.
No tengo un castillo ni un vestido de princesa", continuó Bianca. El unicornio pareció pensar por unos segundos y luego se acercó a ella con su cuerno brillante.
Con él, dibujó en el aire una imagen que hizo que los ojos de Bianca se abrieran mucho. Era un hermoso vestido rosa con brillantes diamantes y una tiara dorada en la cabeza. "¡Es precioso! Pero ¿cómo lo puedo tener?", preguntó Bianca curiosa.
El unicornio movió su cabeza hacia la dirección del sol y señaló un camino que llevaba a través del bosque. Bianca entendió el mensaje y se despidió del unicornio.
Corrió hacia casa para buscar a sus padres y pedirles permiso para seguir el camino indicado por el animal mágico. Después de convencerlos, emprendió la travesía sola. El camino era largo y difícil, pero ella estaba decidida a llegar al final.
Después de varias horas caminando llegó a un claro donde había un castillo iluminado por los rayos del sol poniente. "¡Es hermoso!", exclamó Bianca emocionada mientras corría hacia las puertas del castillo.
Al entrar, fue recibida por princesas vestidas con ropajes fabulosos quienes le dieron la bienvenida al salón principal donde habían preparado una fiesta en su honor. "¿Cómo saben mi nombre?", preguntó Bianca sorprendida. Las princesas sonrieron amablemente:"Lo sabemos todo sobre ti, querida Bianca. Sabemos lo mucho que te gustan las princesas, los unicornios y los arcoiris.
Y queremos que sepas que tú misma puedes ser una princesa, con tu propia corona y todo lo demás". Bianca no podía creerlo. Había llegado a un lugar donde sus sueños se habían hecho realidad.
Allí había princesas, unicornios y arcoiris por todas partes. "¿Cómo puedo convertirme en una princesa?", preguntó Bianca emocionada.
Las princesas le explicaron que para ser una verdadera princesa debía tener un corazón bondadoso, valentía para enfrentar cualquier obstáculo y amor por todos los seres vivos. Bianca entendió el mensaje de las princesas y decidió seguir su camino hacia la nobleza interior. A partir de ese día, ella sabía que podría hacer cualquier cosa si mantenía esos valores en su corazón.
Y así fue como Bianca aprendió la lección más importante de su vida: no importaba cuánto quisiera parecerse a las princesas de sus cuentos favoritos; lo importante era encontrar la fuerza dentro de sí misma para crear su propio camino lleno de magia y aventuras increíbles.
FIN.