Bianka y la Princesa del Mar
Era un día soleado en la costa, y Bianka, una niña de cabellos rizados y ojos brillantes, soñaba con ser una sirena. Cada tarde, se sentaba en la playa, mirando las olas y dibujando en la arena su destino de princesa del mar.
"Si fuera una sirena, tendría un hermoso tridente y cuidaría de todos los animales marinos", decía Bianka a su amiga Luna, mientras jugaban en la orilla.
Un día, mientras Bianka recogía conchitas, escuchó un suave canto que parecía venir del agua. Desde la superficie, emergió una hermosa sirena con escamas que brillaban como el sol.
"Hola, Bianka. Soy Coral, la Princesa del Mar. He venido a traerte un mensaje importante", dijo la sirena, sonriendo.
Los ojos de Bianka se llenaron de asombro.
"¿Yo? ¿Una sirena de verdad?", exclamó.
"Sí. Pero hay algo que debes saber. Aunque el océano es hermoso, lo está sufriendo. La basura que tiran en la tierra termina en el mar, y eso lo daña", explicó Coral, con una expresión preocupada en su rostro.
Bianka frunció el ceño, sin entender del todo.
"¿Cómo llega la basura hasta el mar?", preguntó.
Coral le explicó que cuando llueve, el agua arrastra los desechos por las calles, barrancos y ríos, hasta el océano, donde afectan a los peces y a todo lo que vive en el agua.
"Por eso, aunque quieras ser una sirena, debes cuidar del mar desde la tierra".
Bianka sintió un nudo en el estómago. Su sueño de ser princesa del mar se mezclaba con la preocupación por el océano.
"¿Qué puedo hacer?", preguntó, mirando a Coral.
La sirena sonrió, sabiendo que Bianka tenía un gran corazón.
"Puedes empezar por enseñar a otros a cuidar el mar. Cada vez que veas basura en la playa, recógela y ponla en su lugar. Y nunca olvides que un pequeño gesto cuenta mucho".
Bianka decidió que no se quedaría de brazos cruzados.
"Voy a organizar una limpieza de playa con mis amigos", anunció emocionada.
Coral asintió, orgullosa de la valiente niña. Pero antes de irse, la sirena le dijo:
"Recuerda, Bianka, no todo está perdido. Cada acción, no importa cuán pequeña sea, puede hacer una gran diferencia. Ahora ve, la hora de la aventura ha llegado".
Bianka, llena de energía, volvió a casa y rápidamente le contó a Luna sobre su plan.
"¡Es hora de salvar el mar!", exclamó. Y juntas, comenzaron a organizar una gran limpieza con todos los chicos del barrio.
Al día siguiente, Bianka y sus amigos llegaron a la playa con bolsas, guantes y muchas ganas de trabajar. Al principio, les resultó difícil entender por qué había tanta basura.
"¡Mirá esta botella! ¿Qué hace aquí?", gritó Lucas, uno de sus amigos.
La playa estaba llena de papeles, plásticos y otros desechos. Pero, al ver que juntos hacían un gran trabajo, la energía en el grupo creció. Día tras día, más niños se unieron a la causa, y pronto la limpieza se volvió un evento popular.
Unos días después, Coral regresó para ver los avances.
"¡Wow, Bianka! ¡Mirad lo que habéis logrado!", exclamó la sirena, saltando con alegría.
Bianka sonrió, feliz de ayudar al mar.
"No es solo por mí, es por todos los animales y plantas del océano".
La sirena, aprobando su valentía, la tomó de la mano y la invitó a un viaje especial.
"Hoy, te llevaré a conocer la belleza del mar".
Bajo las olas, el espectáculo era impresionante: colores vibrantes de corales, peces danzando y criaturas marinas que Bianka solo había visto en libros.
"Nunca imaginé que el mar era tan hermoso. Me siento tan feliz de ayudar a protegerlo", dijo Bianka con sinceridad.
Coral sonrió mientras nadaban juntas.
"Prométeme que nunca dejarás de cuidar la tierra. Cada acción cuenta. Ahora eres la princesa que cuida del mar desde la tierra".
Bianka asintió con seriedad. Desde ese día, se convirtió en la pequeña embajadora del océano, recordando a todos acerca de la importancia de cuidar su entorno. Y aunque nunca dejó de soñar con ser una sirena, aprendió que había formas de ser una verdadera princesa del mar, sin importar cuán lejos estuviera del agua.
La aventura le mostró que el cuidado del mar comenzaba con respetar su hogar en la tierra. Y en su corazón, Bianka siempre llevaría la esencia del océano, protegiéndolo desde cada rincón de la costa.
FIN.