Biodiversidad y Medio Ambiente
En un rincón mágico del bosque de Pajaritlán, donde todos los árboles cantaban y los ríos bailaban, vivía una pequeña ardilla llamada Tilo. Tilo era una ardilla curiosa con un pelaje brillante y una cola esponjosa. Un día, mientras recolectaba nueces, se encontró con un extraño objeto en el suelo. Al acercarse, se dio cuenta de que era un mapa. "¿Qué será esto?", se preguntó Tilo mientras lo desdoblaba. El mapa mostraba un camino que conducía a la mítica Isla Verde, donde decía que la biodiversidad era tan abundante que incluso los colores del arcoíris hacían fiesta.
"¡Tengo que ir!" - exclamó Tilo emocionado.
Decidió emprender su aventura y se puso en marcha. Por el camino se encontró con su mejor amiga, una alegre y torpe tortuga llamada Lola.
"¿A dónde vas tan apurado, Tilo?" - preguntó Lola, cuadrando su mirada.
"Voy a la Isla Verde. ¡Quiero ver la biodiversidad!" - respondió Tilo con entusiasmo.
"¡Yo quiero venir!" - gritó Lola, moviendo sus patas con impaciencia. Tilo no pudo negarse, así que juntos siguieron el camino.
Al llegar a un claro, se toparon con una anciana lechuza llamada Doña Pío.
"¡Hola, pequeños! ¿A dónde van con tanta prisa?" - preguntó Doña Pío, ajustando sus gafas.
"Vamos a la Isla Verde a descubrir la biodiversidad," - dijo Tilo.
"Cuidado con los árboles pecadores, pueden ser traviesos. Siempre buscan algún modo de hacerte reír a costa tuya," - advirtió Doña Pío, mientras les guiñaba un ojo.
Intrigados, Tilo y Lola continuaron su camino. Finalmente, llegaron a la ruta que llevaban a la Isla Verde. Para su sorpresa, en el primer paso que dieron, un árbol empezó a reírse a carcajadas.
"¡Ja, ja, ja! ¡Bienvenidos, pequeños aventureros! ¿Quieren saber cómo se cuida la biodiversidad?" - preguntó el árbol con voz burlona.
"¿Cómo?" - preguntaron Tilo y Lola simultáneamente.
"¡No plantando cosas como pelucas de abuelos!" - dijo el árbol mientras todas sus hojas vibraban de risa. Tilo y Lola estallaron en carcajadas, pero también entendieron que debían aprender a cuidar el bosque.
Después de un rato de risas y juegos, siguieron su camino y, al fin, llegaron a la Isla Verde. Allí los colores eran tan vivos que parecían sacados de un cuento.
"¡Mirá todo lo que hay!" - gritó Lola al ver criaturas que nunca había imaginado. Un loro de colores brillantes voló cerca de ellos.
"¡Hola, mis amigos! ¡Bienvenidos! Aquí cuidamos el medio ambiente a lo grande, ¡cada árbol cuenta!" - dijo el loro alegremente.
Navegaron entre enormes flores que bailaban al compás del viento y serpientes juguetonas que se deslizaban entre las ramas. Después de un día lleno de diversión, Tilo y Lola se sentaron debajo de un árbol frondoso a descansar.
"Tilo, creo que ahora entiendo lo importante que es cuidar nuestra casa, el bosque. ¡Cada pequeño esfuerzo cuenta!" - reflexionó Lola.
"Sí, y aunque haya árboles traviesos, siempre podemos aprender de ellos," - dijo Tilo sonriendo.
Al caer la noche, decidieron regresar a casa. Aunque el viaje había terminado, sabían que en sus corazones llevaban el espíritu de la biodiversidad y el medio ambiente, listos para compartirlo con todos en Pajaritlán. Y sí, cada vez que un árbol se reía en el camino, ellos solo se unían a la risa, recordando la alegría de cuidar su hogar juntos.
FIN.