Blancanieves y el misterio del perro verde



Blancanieves era una niña muy curiosa que vivía en una pequeña casa en medio del bosque. Un día, Blancanieves decidió ir a la escuela del pueblo cercano para aprender muchas cosas nuevas.

En su camino, se encontró con un perro muy especial, era de un color verde brillante. El perro verde la miró con sus ojos brillantes y movió la cola, expresando alegría. Blancanieves, sorprendida, decidió seguir al perro y descubrir a dónde la llevaría.

-¿Qué haces aquí, perro verde? –preguntó Blancanieves. El perro verde respondió con ladridos y guiñó un ojo, como si le estuviera contando un secreto. Blancanieves decidió seguirlo, atravesaron el bosque y llegaron a una colina cubierta de nieve.

En lo alto de la colina, encontraron a una bruja buena que cuidaba a un pequeño pajarito herido. -Hola, soy la bruja buena del bosque –dijo la bruja con una sonrisa. -¿Qué le sucedió a este pajarito? –preguntó Blancanieves con preocupación.

La bruja explicó que el pajarito se había lastimado el ala, y que necesitaba ayuda para curarse. Blancanieves, recordando las lecciones de primeros auxilios en la escuela, se ofreció a ayudar a la bruja.

Juntas, prepararon un vendaje para el ala del pajarito y lo cuidaron con mucho amor. Días después, el pajarito se recuperó y pudo volar de nuevo. La bruja buena, agradecida, le dio a Blancanieves un regalo especial: una varita mágica que solo usaría para hacer el bien.

Blancanieves regresó a su casa con el perro verde a su lado, sabiendo que había aprendido una gran lección: no hay que juzgar a alguien por su apariencia, y siempre se debe ayudar a los que lo necesitan.

Desde ese día, Blancanieves usó su varita mágica para ayudar a las personas del pueblo y a los animales del bosque, siempre recordando la lección que la bruja buena le había enseñado.

Y el perro verde, que resultó ser un ser mágico, se convirtió en su fiel compañero, ayudándola en sus aventuras.

FIN.

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