Blancanieves y la Aventura de las Fracciones



En un lejano reino, donde la luna brillaba como una gran linterna en el cielo, vivía una hermosa princesa llamada Blancanieves. Un día, mientras recogía flores en el bosque, encontró un antiguo libro de matemáticas. Al abrirlo, un polvo brillante se derramó y, de repente, un pequeño duende llamado Fraccior apareció ante ella.

"¡Hola, Blancanieves!" - dijo Fraccior, moviendo sus manos de manera mágica "He llegado para enseñarte sobre las fracciones."

Blancanieves sonrió.

"¿Fracciones? ¿Qué son?" - preguntó curiosa.

"Las fracciones son como un pastel. Si tienes un pastel entero, eso sería uno. Pero, si lo cortas en partes, como en dos mitades o en tres cuartos, esos son fracciones. ¿Lo ves?"

"¡Qué interesante!" - exclamó Blancanieves.

De repente, Fraccior vio que la malignidad de la reina malvada estaba infiltrándose en el bosque.

"Debemos detener a la reina antes de que use su magia oscura para arruinar el reino. Necesitamos sumar algunos talentos y habilidades para hacerlo."

Blancanieves, entusiasmada por ayudar, decidió reunir a los siete enanitos. Al llegar a su cabaña, explicó la situación.

"Chicos, el bosque necesita nuestra ayuda. Y para combinar nuestras fuerzas, tengo que aprender sobre fracciones."

Los enanitos, emocionados con la idea, se sentaron alrededor de una mesa de madera. Doc, el más sabio de los enanitos, tomó la palabra.

"Primero, tenemos que aprender a sumar fracciones homogéneas. Eso ocurre cuando las fracciones tienen el mismo denominador. Por ejemplo, si tomamos /2 y /2, suma como: /2 + /2 = /1."

Blancanieves prestaba atención.

"¡Eso es fácil! Si todos nosotros aportamos nuestras fuerzas homogéneas, podemos vencer a la reina."

Y así continuaron, aprendiendo y sumando diferentes habilidades hasta que, de golpe, un grito rompió la tranquilidad del bosque.

"¡Ayuda! ¡La reina viene!" - gritó uno de los animales del bosque.

Blancanieves y los enanitos se miraron preocupados, pero decididos.

"No podemos dejar que la reina nos asuste", dijo Blancanieves. “Necesitamos sumar nuestras fuerzas heterogéneas ahora. Es decir, cada uno de nosotros contribuirá con lo que mejor sabe hacer."

Muy pronto, cada enanito empezó a mostrar su talento: uno fue rápido para cavar, otro era un danzón maestro, otro el mejor cazador de setas. Al combinar todos estos talentos, se formó un gran frente que enfrentar a la malignidad de la reina malvada.

En medio de la batalla, la reina, llena de ira, lanzó un hechizo oscuro.

"¡Nadie puede vencerme! Soy la más poderosa de todas!"

"No si sumamos nuestras fuerzas" – gritó!

Entonces, Blancanieves tuvo una idea brillante.

"¡Hagamos una suma de habilidades heterogéneas! Cada uno aporta una parte para detenerla. ¡Uno, dos, tres!"

Al unirse, lanzaron un hechizo de luz. A cada uno le correspondía una fracción de la fuerza, pero juntas formaban una combinación perfecta.

"¡Lo logramos!" - gritaron todos a la vez, cuando la luz iluminó el bosque y la reina quedó atrapada en su propia oscuridad.

Blancanieves, desde entonces, comprendió que trabajar juntos y sumar nuestras habilidades puede vencer cualquier obstáculo. Así fue como, un hermoso día en el bosque, aprendió no solo sobre las fracciones, sino también sobre la amistad y la unión.

Desde ese día, el reino vivió en alegría y armonía, y todos jamás olvidaron que, ya fueran homogéneas o heterogéneas, las fracciones prendían un nuevo aprendizaje en sus corazones. Y así, cada vez que viajaban juntos, recordaban que en cada aventura, lo importante era sumar lo que cada uno tenía para ofrecer.

Y en cada rincón del bosque se escuchaba la risa de Blancanieves y los enanitos, celebrando su triunfo y la belleza de la unión. Fin.

FIN.

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