Blancanieves y la lección de la Reina
Blancanieves estaba muy emocionada. Por fin había recibido una invitación a la fiesta de cumpleaños de la Reina, y sabía que habría un delicioso pastel esperándola.
Se puso su vestido azul favorito, se cepilló el cabello negro como el ébano y salió rumbo al castillo. En su camino, Blancanieves se encontró con los siete enanitos que vivían en el bosque. Ellos la saludaron con alegría y le preguntaron a dónde iba tan elegante.
"¡Hola Blancanieves! ¿A dónde vas tan bonita?" -preguntó Feliz, el enanito más alegre de todos. "Voy al castillo de la Reina para su fiesta de cumpleaños. ¡Seguro que habrá un pastel delicioso!" -respondió Blancanieves con entusiasmo.
Los enanitos se sorprendieron al escuchar esto, ya que sabían lo mala y envidiosa que era la Reina con Blancanieves. Le advirtieron sobre los peligros de ir al castillo, pero Blancanieves decidió seguir adelante.
Al llegar al castillo, la Reina recibió a Blancanieves con una sonrisa falsa y le ofreció un trozo de pastel. Blancanieves aceptó educadamente y dio un bocado. Pero en ese momento, comenzó a sentirse débil y mareada.
La Reina había envenenado el pastel para deshacerse de Blancanieves de una vez por todas. Sin embargo, antes de caer desmayada, Blancanieves logró sacar fuerzas para pedir ayuda a los animales del bosque cercano.
Un grupo de pájaros mensajeros acudió rápidamente en busca del Príncipe Azul, quien llegó justo a tiempo para salvar a Blancanieves con un antídoto especial que neutralizaba el veneno. La Reina fue arrestada por sus malvados actos y Blancanieves aprendió una valiosa lección: no siempre las apariencias reflejan la bondad real de las personas.
A partir de ese día, prometió ser más cautelosa y nunca dejarse llevar por las palabras dulces pero falsas.
Y así, entre aventuras y enseñanzas, Blancanieves continuó viviendo feliz junto a los siete enanitos y el Príncipe Azul, recordando siempre aquel día en el que estuvo cerca de perderlo todo por confiar ciegamente en alguien equivocado.
FIN.