Blancanieves y la valentía real


Había una vez, en un pequeño pueblo rodeado de montañas, una hermosa y valiente princesa llamada Blancanieves. A diferencia de otras princesas, a ella le encantaba estudiar y aprender cosas nuevas.

Blancanieves vivía en un castillo junto a su madrastra, la Reina Malvina. Esta reina era muy vanidosa y siempre se preocupaba por su apariencia. Pero lo que más le molestaba era que Blancanieves fuera más inteligente que ella.

Un día, mientras Blancanieves estaba estudiando en su habitación, escuchó un ruido proveniente del jardín del castillo. Al asomarse por la ventana, vio a siete simpáticos enanitos trabajando arduamente en el jardín. Curiosa como siempre, decidió bajar para conocerlos mejor.

Al llegar al jardín, los enanitos la recibieron con alegría y comenzaron a contarle sobre sus vidas y trabajos. "Hola Blancanieves", dijo uno de los enanitos llamado Gruñón. "Nosotros somos mineros y trabajamos duro para encontrar gemas preciosas".

Blancanieves quedó fascinada con las historias de los enanitos y les preguntó si podía ayudarlos de alguna manera. "Claro que sí", respondió Sabio. "Podrías enseñarnos algunas cosas interesantes que has aprendido".

Entusiasmada con la idea de compartir sus conocimientos, Blancanieves comenzó a enseñarles matemáticas, lectura e incluso algunos trucos mágicos que había aprendido. Mientras tanto, la Reina Malvina estaba furiosa al ver cómo Blancanieves se divertía con los enanitos. Decidió tomar medidas drásticas para deshacerse de ella y así ser la más inteligente del reino.

La malvada reina pensó en un plan y decidió disfrazarse de anciana vendedora de libros. Llegó al castillo y se acercó a Blancanieves con una hermosa manzana roja.

"¿Quieres probar esta deliciosa manzana?", preguntó la Reina Malvina fingiendo amabilidad. Blancanieves, siempre curiosa y deseosa de aprender cosas nuevas, aceptó la oferta sin sospechar nada. Pero lo que no sabía era que esa manzana estaba envenenada. Al darle un mordisco a la manzana, Blancanieves cayó al suelo inconsciente.

Los enanitos, alarmados por lo ocurrido, corrieron a buscar ayuda. Afortunadamente, un príncipe valiente pasaba por allí y escuchó los gritos de los enanitos.

Al ver a Blancanieves tendida en el suelo, supo que debía hacer algo rápido para salvarla. El príncipe besó tiernamente a Blancanieves y como por arte de magia, ella despertó. La princesa quedó asombrada al darse cuenta de que había sido salvada por el amor verdadero.

La Reina Malvina fue descubierta y desterrada del reino para siempre. Blancanieves aprendió una valiosa lección sobre confiar en extraños y nunca aceptar regalos sin antes asegurarse de su procedencia. Desde ese día, Blancanieves siguió estudiando con más ahínco que nunca.

Compartía sus conocimientos con los enanitos y se convirtió en una gran líder, capaz de tomar decisiones sabias y justas. Con el tiempo, la princesa Blancanieves se convirtió en una reina amada por su pueblo, siempre dispuesta a aprender y enseñar a otros.

Y así, vivieron felices para siempre, rodeados de libros y conocimiento. La historia de Blancanieves nos enseña que el estudio es un camino hacia el crecimiento personal y la superación de obstáculos.

Además, nos recuerda la importancia de no dejarnos engañar por las apariencias y siempre buscar la verdad.

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