Blancanieves y las ratitas valientes
Había una vez en un lejano bosque, una hermosa princesa llamada Blancanieves que vivía en un castillo rodeado de árboles frondosos y cantos de pájaros.
A pesar de tener todo lo que pudiera desear, Blancanieves se sentía sola y deseaba tener amigos con quienes jugar y compartir momentos especiales. Un día, mientras paseaba por el bosque, Blancanieves escuchó unos diminutos chillidos provenientes de un tronco hueco. Al acercarse, descubrió a tres ratitas asustadas atrapadas en una telaraña.
Sin dudarlo un segundo, la princesa las ayudó a liberarse y las ratitas le agradecieron emocionadas. - ¡Muchas gracias por salvarnos! ¿Cómo podemos recompensarte? -preguntó la ratita más grande. - No necesito ninguna recompensa.
Me alegra haber podido ayudarlas -respondió Blancanieves con una sonrisa. Desde ese día, Blancanieves y las ratitas se volvieron inseparables. Juntas exploraban el bosque, jugaban entre las flores y compartían deliciosos meriendas al sol.
La princesa había encontrado finalmente la amistad que tanto anhelaba y las ratitas habían conocido a alguien tan gentil como valiente. Sin embargo, la felicidad de los nuevos amigos se vio amenazada cuando la malvada bruja del bosque decidió acabar con la paz que reinaba en aquel lugar mágico.
Con sus poderes oscuros, lanzó un hechizo sobre Blancanieves convirtiéndola en estatua de piedra. Las ratitas sintieron un profundo dolor al ver a su amiga petrificada e inmóvil.
Decididas a salvarla, recordaron una antigua leyenda sobre una flor mágica escondida en lo más profundo del bosque capaz de romper cualquier maleficio si era regada con lágrimas puras de amistad.
Determinadas a rescatar a Blancanieves, las valientes ratitas emprendieron un peligroso viaje hacia el corazón del bosque enfrentando obstáculos y superando pruebas difíciles con ingenio y astucia. Finalmente encontraron la flor mágica pero para despertar a su amiga necesitaban llorar lágrimas sinceras de amor y amistad. - ¡No lloren por mí! -dijo Blancanieves desde su estatua-.
Ustedes ya me han demostrado cuánto me quieren con sus actos valientes y generosos. Las ratitas entendieron entonces que no era necesario derramar lágrimas para expresar su amor hacia su amiga.
Con un abrazo tierno y lleno de cariño lograron romper el hechizo devolviendo a Blancanieves su forma humana. El bosque entero celebró el regreso triunfal de la princesa gracias al coraje y lealtad demostrados por las pequeñas ratitas.
Desde ese día, Blancanieves supo que no importaba cuán grande o pequeño fuera uno mismo; lo importante era tener amigos verdaderos que estuvieran siempre dispuestos a estar allí cuando más se los necesitara.
Y así vivieron felices para siempre: Blancanieves junto a sus fieles amigas roedoras compartiendo aventuras inolvidables bajo el cálido sol del bosque encantado.
FIN.